Misael Habana de los Santos

Por: Misael Habana de los Santos.

Todos hablan de política. La política en Guerrero y en el país es el pan nuestro de cada día.

Nuestras prácticas en la vida cotidiana están marcadas por lo correcto e incorrecto, no digo por lo bueno o por lo malo que no me gustan porque son consideraciones morales, prefiero el abordaje ético.

Incorrectos, la provocación y los hechos montados en la colonia Colonia Postal en la zona suburbana de Acapulco, cuando un grupo de militantes de Morena y seguidores de Abelina López Rodríguez candidata de Morena y sus aliados que van en coalición electoral realizaban un encuentro político el pasado lunes por la tarde.

Una provocación que pudo derivar en un enfrentamiento de imaginables consecuencias que vendrían a enturbiar un proceso que de acuerdo a las encuestas está ganado por Morena.

Es obvio que a quienes más favorecen estas acciones es a la oposición local completamente desarticulada y encabezada por políticos desprestigiados que ven el proceso electoral como oportunidad, no de triunfo en la guerra, sino de continuar viviendo del dinero público ganando pequeñas batallas como representaciones plurinominales.

Los productores del montaje utilizaron como primera y única estrella del reparto a un pésimo actor que interpretó a un “borrachito” que en desafinado monólogo agredió verbalmente, arrojó piedras al contingente morenista.

La obviedad indica que el abuso verbal y física no fue espontánea sino una acción parte de una estrategia que busca afectar a los candidatos del partido en el poder.

La hipótesis se sostiene incluso por el sentido común. Dentro de los opositores locales hay políticos que han usado la guerra sucia como arma de combate para hacerse de votos, ganar o reventar elecciones y así mantenerse en el poder. Eso dice la Historia local.

La oposición desesperada ve con dificultad remontar la diferencia de votos a favor de Morena y de sus candidatos, no lo mejores, pero los menos peores comparándolos con los del pasado.

Ésta preferencia es el resultado de la respuesta que dieron el gobierno municipal, estatal, coordinados por el presidente AMLO y todo su gabinete al Huracán Otis, que por meses desde Acapulco gobernaron el país y enfrentaron los estragos provocados por el fenómeno meteorológico. Eso lo saben y no lo van a olvidar nunca los acapulqueños.

Los hechos violentos del lunes pasado no hay que tomarlos a la ligera sino como tal, como acciones que pueden comprometer el desarrollo pacífico del proceso electoral y que al parecer es es el fin de quienes dirigieron este montaje.

No es con violencia como se tiene que atacar la violencia, pero las autoridades tienen que aplicar los protocolos que garanticen el desarrollo pacífico del proceso electoral.

Hicieron bien los Abelinos en no responder a la agresión. Y lo mejor es crear las condiciones civiles y políticas para llevar este proceso en transparencia y en paz.
Lo digo porque horas después de la reprobable representación el candidata a la alcaldía porteña Carlos Granda y el ex alcalde Evodio Velázquez, ambos de la Alianza Fuerza y Corazón por Acapulco, acudieron al palacio municipal para dejarse ver y ahí ante los medios de comunicación justificaron la agresión en contra de la candidata de Morena y sus seguidores.

Y también es cuestionable que una organización como la CETEG aproveche la coyuntura política para exigir dar cumplimiento a sus legítimas demandas y lanzar amenazas que entorpezcan el proceso electoral.
Incorrecto porque el proceso electoral es de todos los mexicanos, no es de grupos ni de gremios, es un asunto que compete a todos los ciudadanos de diversas filiaciones políticas e ideológicas que a través de un mecanismo legítimo, el voto, buscan designar a sus autoridades. Otra vía es la lucha armada.

Las elecciones son la vía civil por la que se transita para la toma el poder en una sociedad democrática. El partido que gane la mayoría del voto se hace de posiciones en los espacio de decisión del Estado.

Así que queridos maestros su declaración es inoportuna,fuera de lugar. Sus legítimas demandas y sus banderas habría que guardarlas para levántalas después del 2 de junio. Ahora es tiempo de votar por los partidos que representen nuestra ideología y nuestros intereses.