Por: Misael Habana de los Santos.

 

Estamos aquí por qué somos civilizados, decía Sigmund Freud, afirma uno de los invitados.

Estamos en uno de los Fandangos por la lectura al ritmo de chile frito y chilenas mientras la palabra baila.

Pero estamos a mediados de febrero, el puerto aún transita por el espinazo de nuestro clima, entre el invierno de acá nunca frío y nuestro eterno calor veraniego ardiente como un comal al punto para coser tortillas de nixtamal.

En El Fuerte de San Diego, único recuerdo arquitectónico de la Colonia que aún nos agobia y nos divide en muchos sentidos por acá, las Aguas de Marzo de Tom Jobim endulzan con bossa la espera de este Fandango por la Lectura en Guerrero organizado por el gobierno federal y que hoy pasa por nuestro sur.

A unas horas de haber concluido oficialmente la celebración a San Valentín, con flores menos caras que ayer, con labios adoloridos de besar y hoteles fétidos con olor a sexo y aún atiborrados por insaciables amantes, suena bien escuchar la música de la palabra, poesía alejada de los cánones impuestos por los medios locales (¿es comercial la poesía?) que igual exaltan a Marco Antonio Solís “El Buki” que a las rimas melosas de Los Yonic’s.

Hace apenas unas horas las adolescentes desojaron rosas en búsqueda de certezas en amores iniciáticos y en las casas de cinco letras “las flores de la encina han quedado desojadas” se escucharon versos poéticos de amar y querer entre los amantes o apostillas poéticas en soliloquios hedonistas.

Y nosotros estamos aquí, fandangueando en El Fuerte con la música, merengue y son de artesa, de la palabra de dos vates, José Mármol y Martín Tonalmeyotl, dominicano y guerrerense. Ambos desconocidos hasta hoy para mí. Y como los buenos escritores, después de oírlos y leerlos, uno cae atrapado como frágil mariposa en sus redes.

Parte del atractivo del programa, si no todo, es ver a Beatriz Gutiérrez Müller, Consejera Honoraria del Consejo de la Memoria Histórica y Cultural de México, esposa del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sumado a la curiosidad casi infantil de un poquito más de 150 invitados, la mayoría jóvenes estudiantes de escuelas secundarias públicas.

— Recuerden vamos a subir a redes sociales. Así que con mucho ímpetu – les dice una de las maestras-.

Inicia el argüende Eduardo Villegas, presidente del Consejo organizador del evento de este martes a medio día en El Fuerte.

Evelyn Salgado Pineda, la gobernadora de Guerrero, adornó la palabra con su belleza y habló de la importancia de las letras y los libros, “no solamente para escribir cartas al novio”,  y nos reveló su gusto por la poesía declamando algo de una poetiza igualteca.

La consejera honoraria, Beatriz, dijo que en esta gran tierra libertaria “quiero decir que los libros son un instrumento para la libertad. Formar conciencias. Las patrias libres no se arrodillan. La libertad es felicidad. Y las palabras tienen un potencial libertario. La palabra libera del mal y nos lleva a la felicidad…” Por eso tanto argüende con los libros.

La presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, leyendo poesía en imperfectible español y haciendo remembranzas de sus lecturas iniciáticas que la llevaron dijo a gobernar a este Macondo con mar.

Y así la palabra con la palabra de Brenda Ríos, José Mármol, Huber Matihuá, Emiliano Aristegui yMartín Julián Herbert fue escalando niveles de exquisitez que hizo el milagro de la comunicación entre los presentes, desmitificando in situ la supuesta complicación de la palabra escrita.

Y recuerden los libros no muerden solo dan grandes mordiscos a la ignorancia.