Por: Misael Habana de los Santos

¡Evelyn! ¡Evelyn! Al repititivo, emotivo, y solidario coro: ¡No estás sola! ¡No estás sola!

Media plaza de pie canta la misma consigna que abraza a la mujer que gobierna este estado que según José Agustín Ramírez tiene fama por sus hombres bravos y de acero. Tal vez, ahora en tiempos de equidad e inclusión tendríamos que escribir letras más acordes a los tiempos para nuestras chilenas.

Mucho ha cambiado Guerrero ahora dirigido por una mujer que se planta en la tribuna y les habla a sus paisanos, a los habitantes de la región donde nacieron sus padres la llamada Tierra Caliente, y habla con firmeza sobre los hechos de violencia en San Miguel Totolapan. Les tiende la mano de la solidaridad y la promesa de la justicia.

Centenas de voces, mayoritariamente mujeres, se entregan al frenesí que provoca la exaltación de su nombre: ¡Evelyn!,¡Evelyn!, ¡Evelyn!

Los hombres la miran, discretos, entregan su admiración hacia la mujer, hacia la gobernadora de Guerrero.

Y los presentes y sus gritos, el coro pues, más emotivos que la ruidosa porra de la UAGro, ratifican in situ, porque esta guerrerense se encuentra en cuarto lugar de aceptación entre sus pares en el territorio nacional que se pinta cada vez más del color del vino tinto.

Estas emotivas expresiones de la masa politizada que solo he visto, claro en otra dimensión, dirigidas hacia el personaje que habita en Palacio Nacional, aquí en la plaza del Palacio de gobierno en Guerrero van de la euforia al culto de la personalidad.

Es un fenómeno social temprano y que aún los especialistas requieren dar una explicación a este comportamiento de masas en Guerrero provocado por una joven mujer madre de dos hijos y forjada en la lucha social desde temprana edad. ¿Está naciendo el “Evelincismo”? Es muy temprano, en tan solo un año, y ya despunta esta tendencia avalada primordialmente por mujeres.

Y no son los descamisados conosureños, ni Evelyn es Evita, son los que habitan en estos caminos del sur y que aún no acaban de constituir su utopía: enterrar al viejo régimen en Guerrero.

Siempre siguiendo al coro como en una comedia griega, este aquí es representado por el pueblo, se puede desprender que esas voces son el segmento más auténtico del morenismo guerrerense que vienen desde de décadas atrás y que tiene como característica su desprecio a todo lo que huela a PRI.

Cuando anuncian los nombres de los invitados hay aplauso y abucheos. Toca el turno al senador Manuel Añorve Baños, solitario Quijote con lanza de papel en una plaza adversa, una tímida rechifla que es borrada por los gritos del coro femenino que piden ponerle un alto a sus devaneos y coqueteos hacia Morena: ¡No te queremos aquí! Lo mismo ocurre cuando presentan al ex rector Javier Saldaña que trae su propia porra de tambores y que hizo inaudible por momentos el informe de la gobernadora.

Y alguien del coro les tararea a estos buscadores de nuevas expectativas: “¿Qué parte no entiendes/Cuando te digo que no?/¿La N o la O?. Tu tiempo se acabó.” Y lalalalalá.

 

Tal vez por el temor al repudio público y rechazo del coro no asistieron a la ceremonia del primer informe los diputados del PRI y PRD que aún quedan en el Congreso, ni sus dirigentes. Estos últimos más preocupados en defender a autoridades coludidas con la delincuencia y a ex gobernadores acusados por omisión y comisión en delitos de lesa humanidad.

Tampoco asistieron los siempre presentes en estas lides: los exgobernadores. La plaza no estaba para bollos y el coro hubiera desempeñado su legítimo papel en la representación: abuchear o festejar.

Afuera el caos. Unos para entrar, otros para protestar y exigir legítimas demandas.  Otro caos para salir. Al final: tamales, pozole, tacos para la raza.

Hasta la distinguida socialité, digna representante de la oligarquía cevichera, Susana Palazuelos, se le pudo ver en la plaza abrazando una torre de platos de unicel repleta de tamales.