Misael Habana de los Santos.

La planta de Pemex ubicada en la zona de Icacos, entre la Novena Región Militar de Cumbres de Llano Largo y la Décima Segunda Región Naval, no solo es un asunto de Seguridad Nacional; es un tema de seguridad civil para los acapulqueños que habitan en esta zona.

Rodean a esta planta  – que oficialmente se llama Terminal de Almacenamiento y Despacho (TAD) de Petróleos Mexicanos, receptora de gasolinas que vienen por barco de la refinería de Salina Cruz, Oaxaca,- varias colonias populares y algunas de clase media y alta.

Un accidente aquí o una explosión, por la cantidad de combustible que se almacena allí, sería de proporciones incalculables en pérdidas materiales y humanas.

La planta, según datos de la empresa mexicana, tiene una capacidad de almacenamiento de 235 mil barriles, que le permiten comercializar más de 37 millones de litros de diversos combustibles como gasolina regular, gasolina premium, diesel automotriz y turbosina.

Aunque la planta cumple con protocolos máximos de seguridad, las cifras de almacenamiento nos muestran literalmente su potencial explosivo ante un descuido.

El periodista Carlos Ortíz Moreno escribe que en “las postrimerías del gobierno del priista Adolfo López Mateos, en octubre de 1964, se inauguró la planta Pemex Acapulco en las cercanías de la base naval de Icacos con la finalidad de recibir productos petrolíferos como gasolina de motor, gasolina de aviación (gasavión o jet fuel), gasoil y diésel provenientes de la entonces refinería 18 de marzo que operó en Azcapotzalco, Ciudad de México”.

En el año de 1979, citando la misma fuente “Pemex Acapulco comenzó a recibir productos petrolíferos de la nueva refinería Antonio Dovalí Jaime, construida por el gobierno del populista José López Portillo, en Salina Cruz del estado vecino de Oaxaca. La transportación se modificó de terrestre a marítima que, aparentemente, era más segura y barata”.

Muchos acapulqueños de bien, entre ellos algunas autoridades, han manifestado en algún momento preocupación por el peligro que representan estas instalaciones; sin embargo, siempre considerando que una lucha para cambiar estas instalaciones inexorablemente habría de enfrentarse al Estado represivo tricolor mexicano, desalentaba la gesta.

Hoy las cosas son diferentes y una lucha cívica en pro del cambio de las instalaciones TAD de Pemex a cualquier otro lugar del estado donde no represente peligro para la población civil, creo que sería exitosa.

Más allá de la reacción de los gobierno municipal y estatal de echarse culpas por los hechos del lunes, deben buscarse soluciones a corto, mediano y largo plazo y olvidarse de los egos políticos si realmente estos personajes son otra cosa y no lo mismo de siempre.

Primero hay que explicar a la ciudadanía lo complicado, pero no imposible, de buscar una solución al problema y considerar además los riesgos políticos que representan la verdad de los números.

La planta de Pemex en Icacos tiene que realizar todos los días 57 operaciones para abastecer a 80 estaciones de servicio locales y 57 foráneas de productos petrolíferos a todas las regiones del estado de Guerrero y parte del estado de Oaxaca , Michoacán y Morelos.

Este servicio se realiza durante las 24 horas, día y noche, si no, no alcanzaría el tiempo para abastecer a los vehículos que la transportan y si no se hace así habría escasez de gasolinas en varias estaciones de los lugares citados.

Como el reglamento de tránsito municipal prohíbe la circulación a ciertas horas del día a vehículos arriba de 3.5 toneladas, pues Pemex busca permisos especiales para cumplir con las cuotas obligatorias de abastecimiento. La pipa propiedad de un particular que se accidentó el lunes no contaba con uno.

Esto significa que los acapulqueños y visitantes y los habitantes de Icacos y su periferia seguiremos viviendo en potencial peligro ante una explosión.

La solución a largo plazo es llevar la planta de Pemex a la Costa Chica o a la Costa Grande.

A mediano plazo: construir un ducto que envíe a cualquier parte del valle de la Sabana el combustible y que ahí carguen las pipas. Y dejar la mínima carga para surtir a embarcaciones.

Para ello se podría hacer un nuevo acceso y salida al macrotúnel.

Y el último, la salida del TAD de Pemex en Icacos y construir ahí un parque ecológico.

Para ello se requiere un gran movimiento civil encabezado por líderes responsables que lleven este proyecto a buen fin, porque de políticos farsantes y demagogos, priistas, perredistas y morenistas, la sociedad ya está cansada y los sigue observando cómo defienden sus exclusivos y mezquinos intereses personales y de grupo.

Aquí nos tocó vivir y si queremos mejorar las condiciones hay que luchar.