Música, canto, poesía, por la vida y la libertad el concierto de Susana Baca.

Misael Habana los Santos.

La noche de anoche en que inició el Festival de La Nao quedó marcada en dos momentos: por la interpretación del tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo y por el tema dedicado a los estudiantes de Ayotzinapa porque “los muchachos deben de estar aquí”.

Las proas de dos naos maltrechas de cartón apuntan hacia delante, cazando a la media luna que muestra su rostro entre nubes y el smog de esta noche acapulqueña de noviembre.

En un escenario casi desnudo siete incas con bajo, tambores, cajón peruano — con la nacionalidad en la espalda, así como el pisco, esta humilde caja de madera traída de mamá África sigue dando que sonar, bailar y soñar— guitarra y contrabajo eléctrico, piano, violín y un requinto acústico, crean la magia para acompañar a esta cantaora de pies descalzos.

Una menuda figura envuelta en una muselina color naranja se mueve en cámara lenta, al ritmo que dictan las percusiones y la voz ronca del bajo. El respetable conocedor aplaude, se relaja y suelta el cuerpo al ritmo del bun bun.

El virazón acaricia la muselina que se adhiere al menudo cuerpo de la intérprete, que flota, como si las velas infladas levantaran de este frágil acorazado de cáscara de nuez con nombre de mujer. ¡Señoras y Señores! ¡Aquí con ustedes Susana Baca!

Abro paréntesis para contarles algo como cosa de poco valor, como un cambalache, pero lo tengo que hacer.

Una cohetería insensible fuera de lugar cuando el concierto de la cantante e investigadora ya había iniciado. Lo que además fue considerado como una grosería. La cantante con la palabra de Chabuca Granda en la boca calló y pidió esperar que parara el ruidoso escándalo de los juegos pirotécnicos.

Otro, los invitados especiales al convite que ya habían estado en la inauguración frente a este escenario previo al evento de la noche, que levantaron sus frondosas caderas para irse a un cóctel fifi a la proa del buque Cuauhtemoc que fondea a un lado del muelle ya no regresaron.

Entre los pocos que volvieron tras los pasos de Luís Waltón, la estrella de la noche que casi opaca a la presidenta municipal Abelina López Rodríguez, al corral tendido para los VIP; otros después de comer y beber mostraron el cobre y a lo que vinieron… Y como Susana Baca no es La Arrolladora, ni Alejandra Guzmán y….¡pues se largaron a cumplir otros compromisos. ! Y se quedó el público bueno, los conocedores, los amantes de la buena música, los imprescindibles.

Cantero, cantero, canta la voz de cristal un tema de Chabuca Granda que en la letra deja una enseñanza y una metáfora aplicable a un sector del público acapulqueño: “Para que picar la piedra cantero si está dormida…
El viento sopla suave y la Nao va. La cantaora y su Banda ya nos ha entregado diverso ritmos y autores latinoamericanos, entre ellos, Milton Nascimento y de los mexicanos Jesús Antonio Echavarría y Jorge Jufresa. De estos dos autores Baca cantó La Prieta Clara que popularizó Amparo Ochoa.

Y entre música afroperuana, forró, jazz, huapango y coqueteos de la guitarra eléctrica con el rock, los coros de godspell, se hace un ensamble que invitan a echarse en un cómodo asiento de un auditorio con una taza de café, un vaso de pisco o de tequila y dejarse llevar al cielo o al infierno.

“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé/En el 510 y en el 2022 también/Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafa’os/
Contentos y amarga’os, valores y doblé/Pero que el siglo 21 es un despliegue/De maldad insolente, ya no hay quien lo niegue…” canta Susana y actualiza a Discépolo.

El canto contra la corrupción le cae como anillo al dedo a algunos de los presentes aquí, allá y acullá.

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador/Todo es igual, nada es mejor/Lo mismo un burro que un gran profesor”. El público de gayola aplaude, golpea festiva las manos, hasta en la zona VIP se escuchan aprobaciones al discurso.

“Los inmorales nos han iguala’o/Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición/Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos/Caradura o polizón/¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!/
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón/Mezcla’o con Putin, va Bolsario y..” y usted agregue los nombres de políticos locales a este tango y se escuchará igual que el original. Y más si es cantado por Baca.

Y el momento mayor es cuando Susana Baca dedica la canción Hasta la raíz de un álbum homónimo de Natalia Lafourcade, lanzado en el año 2015, y que la peruana dedica a los estudiantes de Ayotzinapa “Porque ellos deben estar aquí”.

Los gritos de Ayotzinapa vive se soltaron en una parte del público.

A esa hora la noche ya era vieja y Susana nos dice adiós sin quererse ir. Del cielo de la música comenzamos a bajar al mundo del ruido, de los puestos de garnachas, de vendedores ambulantes en que está convertido el mal llamado Parque de La Reina, de los autobuses ruidosos que transitan por la Costera.

P.D: Y los conductores sometidos al corsé del guión por la Dirección de Cultura lucieron bien y evitó que la cabra, como siempre lo había hecho, tirara al monte.