Por: Misael Habana de los Santos.
La guerra sucia electoral, practicada desde todos los frentes, está metiendo ruido al proceso cívico del próximo junio y desacreditando a sus presuntos autores: los cuartos de guerra de cada uno de los candidatos que compiten por la alcaldía de Acapulco.
Pero no se preocupen que pólvora y balas hay en demasía. Hay mucho lodo y mierda por doquier, nada más vean a los candidatos que participan en el proceso electoral. Realmente son una amenaza, un peligro para la estabilidad social y económica de las finanzas públicas porteñas. Ahhh y recuerden que la guerra sucia no solo mete ruido y distorsiona lo que toca sino también es un bumerán que va y viene y en donde todos pierden.
Pero como los que gustan y practican esta estrategia de guerra, para justificar sus fines, toman muy a pecho aquello de que “en la guerra y en el amor todo se vale” también tendrían que considerar, un poco como descargo de conciencia, que para el pueblo la política es algo parecido a un muladar y a un chiquero con cerdos.
Si seguimos pensando en el conocido refrán popular y su analogía con lo que ocurre en esta coyuntura electoral también podríamos decir que en la competencia político-electoral todo se vale.
Olvidando que en México, tenemos un organismo público “autónomo” el Instituto Nacional Electoral (INE), “que tiene las atribuciones genéricas de regular, organizar y vigilar que los procesos electorales se apeguen a los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad, como lo establece el apartado A, base V, del artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, correlativo de las prevenciones establecidas en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (artículo 30, numeral 2, LGIPE).” Eso dicen los estatutos, el costosísimo INE y su burocracia de cuello blanco con su falta de intervención (laissez faire) deja pasar y deja hacer.
La guerra sucia en las campañas electorales agrega un ruido más, innecesario, al estruendoso y desaseado proceso electoral.
Hablando de ruido, ayer miércoles 25 de abril se celebró el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido es una jornada que tiene como objetivo reclamar atención sobre el ruido.
Todos sabemos qué es el ruido. La RAE lo define como “un sonido no deseado o molesto generado por actividades humanas que puede tener efectos negativos en la salud y el bienestar de la población. A diferencia de otros contaminantes, el ruido presenta algunas características distintivas: Es barato de producir y requiere poca energía para ser emitido”
La exposición al ruido provoca problemas cardiovasculares. Se pueden producir debido al aumento de presión arterial como consecuencia de una exposición a un nivel de ruido de 85 a 90 decibeles (dB).
Pero también estrés, depresión, perturbaciones del sueño, pérdida auditiva, acúfenos, problemas de comunicación, daños al sistema nervioso, entre otros.
Los efectos del ruido pueden ser prevenidos con la aplicación de la ley existente. Las autoridades son omisas frente a los infractores, los comerciantes y sus campañas promocionales, los camioneros y sus cláxones, su vecino con equipos de seguridad nido gigante obtenido durante la rapiña después de Otis, las iglesias y sus mensajes ambulantes, los partidos políticos y sus campañas, los compradores de fierro viejo, etc.
Además de la estridencia y la frivolidad de las campañas políticas que en vez de llevar a la gente a razonar sobre las propuestas de los diversos candidatos pareciera que la auténtica intención es ponerlas a bailar con ritmos trillados para que no piensen en lo fundamental: la búsqueda de bienestar. Decía, no veo en las propuestas ningún planteamiento sobre el problema del ruido en Acapulco y otros grandes retos que tiene la ciudadanía. Todo es invitación a la fiesta, a mover el culo y a dar pasitos tum tum.
Para nuestros políticos locales lo cool es la frivolidad, es lo que da ganancia política, plusvalía electoral, las propuestas no dan votos.
En las reuniones con los candidatos, además de la selfie, la gente debe exigir propuestas y soluciones a los problemas que viven en el día a día, como el del ruido, el ecocidio, la falta de agua, la inseguridad y otros.
Tal vez como respuesta van a encontrar poco pero no hay que dejar de insistir. Muchos de los candidatos con títulos conseguidos por ahí, sin formación académica, tal vez nunca hayan pensado que el ruido es un serio problema para la salud. Y no se les puede pedir perlas a la virgen.
Porque ellos, tristemente, solo hacen política para tener poder y acceso a los recursos públicos, para dar solución a sus necesidades materiales aunque después tengan que vivir bajo una burbuja transparente señalados, vilipendiados, sin tranquilidad, dopados, sin salud física y emocional.