Por Misraim Olea Echeverría

Llegamos al último mes de campañas y en pocos días sabremos quien ganará la elección; es en este contexto que diversos grupos, organizaciones, asociaciones y liderazgos de diversos partidos toman decisiones cruciales para sus proyectos como para las y los candidatos.

Hacerse de una estructura depende de los recursos que se tengan y los beneficios que se logren. Generalmente los liderazgos que encabezan estos grupos tienen capacidad de gestión y han ocupado cargos públicos y de elección popular que les han permitido crecer y fortalecerse.

Las definiciones se concretan generalmente cerca del día de la elección, ya que es en estos momentos en que las encuestas y los eventos dan muestra de lo que se creció o disminuyó en el apoyo popular.

Las sumas y restas que las y los candidatos tengan dependen de cuánto peso tiene determinado personaje al interior de un partido o en la sociedad. La actualidad ha demostrado que las personas que identifican a un líder como propio lo seguirán siempre y cuando no rompa con los valores que representa y le signifique beneficios personales.

En este proceso electoral diversos ex aspirantes, suspirantes y liderazgos han pasado de un bando a otro, es algo natural que puedo resultar de manera positiva pero también de manera negativa. Los motivos y razones son personales, como personales son los intereses que se anteponen en estas acciones.

En algunos casos son los resultados los que juzgan a quienes deciden transferir sus estructuras de una posición a otra, en otros son los mismos liderados quienes deciden no seguir a quienes los colocan como moneda de cambio.

Seguirán las definiciones de último minuto, porque en política esto se acaba hasta que se acaba, mientras tanto hagamos cuentas y calculemos qué tanto se fortalece un proyecto y cuánto se debilita otro con las desbandadas, fuera de eso, hacer proyecciones sin números es pura faramalla.