Por Misraim Olea Echeverría
Cuando eligieron candidato del PRI a Mario Moreno Arcos, pocos esperaban que el aspirante que no era favorecido en las encuestas lograra subir. Habían pasado por alto que sus negativos eran bajísimos. Pasó de ser el menos peor, al mejor candidato que el PRI necesitaba en la elección más complicada del país.
En 2015, antes de elegir al actual gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, como candidato del PRI en aquel entonces; muchos perfiles de Facebook (la red social más importante de Guerrero) tenían el nombre de “Municipio fulano con Mario”, podría parecer una nimiedad, pero años después esas personas proactivas que creyeron en aquel momento en el proyecto de Moreno Arcos, hoy están movilizando a las bases.
Mario Moreno comenzó a subir en la aprobación de la ciudadanía, las encuestas propias y ajenas demostraron su ascenso. Entre más visita municipios más gente ve en él la oportunidad de continuar con un proyecto de crecimiento que comenzó hace casi 6 años.
Los tropiezos de Morena y la campaña de propuestas de Moreno Arcos impulsaron aún más su proyecto, a partir de mediados de abril sectores, grupos de la sociedad civil y organizaciones comenzaron a sumarse a la campaña. Hasta la fecha, Mario no ha hecho más que sumar. Dicen los que saben que la única labor de un candidato es conseguir apoyo y votos; Moreno ha cumplido a cabalidad.
Aunado a las características personales del candidato de la alianza PRI-PRD, éste le ha arrebatado el discurso a MORENA, ha demostrado con hechos que el pueblo también está en el PRI y que aquí también hay oportunidades para alguien que viene de abajo.
Mario inspira, el mensaje que se envía reaviva las esperanzas en el PRI y el PRD, los partidos que han construido la democracia en el país como en su historia de vida, ha venido desde abajo y ha crecido, ha subido en las preferencias y tiene altas probabilidades de ganar.
Cuando Mario dice “uno como ustedes va a ser gobernador” no lo dice por decirlo, esa frase viene de una reflexión, de pensar en el niño bolero con sueños, en el joven que hacía talacha partidista sembrando para el futuro, en el político experimentado que hoy tiene la amplia posibilidad de ser gobernador.