Por Misraim Olea Echeverría
Apostar a la mentira nunca da resultados positivos. En 2018, el PRI nacional hizo correr resultados de encuestas que posicionaban al candidato del PRI por encima de López Obrador. El resultado en las urnas golpeó con fuerza a quienes creyeron esos resultados.
El equipo de Amílcar Sandoval jugó la misma estrategia. Por semanas fuimos víctimas de la publicación de supuestos resultados que daban una victoria abrumadora al hermano de la Secretaria de la Función Pública. Desde el centro del país generaron una expectativa que evidentemente no correspondía con la realidad; expectativas que en estos momentos podría generar un problema al interior del partido, que ya de por si brilla por la falta de institucionalidad y disciplina de sus liderazgos.
Sumado a lo anterior, la recurrente violación de la ley, el excesivo uso de recursos de procedencia aún no explicada y una innumerable serie de eventos masivos que retaban abiertamente la pandemia y sus consecuencias, daban muestra de desesperación, mas que de fuerza.
Las heridas que dejó la lucha por la candidatura son muchas y muy profundas; quienes confiados en sus encuestas se lanzaron sin timidez ni decoro en contra del actual y virtual candidato de MORENA a la gubernatura de Guerrero y aspiran a un cargo de elección popular tendrán que pensar la forma de acercarse.
Ahora la operación de unidad tendrá que hacerse con precisión quirúrgica y con miras a resarcir los daños, que son muchos; porque si los golpes bajos a un contrincante lo lastiman, lanzados a un compañero lo matan.