Misael Habana de los Santos

Por: Misael Habana de los Santos

Continúa el calor, hace mucho calor en México. Y también el calor político no ha disminuido, a pesar de lo que parecía después de las elecciones. Aunque se ganó todo de manera contundente, la grilla sigue y sigue.

Ahora la candidata X, también conocida como la vendedora de gelatinas, Xóchitl Gálvez, dice que no acepta los resultados de la elección del pasado 2 de junio, a pesar de haberlos aceptado horas después del conteo rápido. Dice que no, que las cuentas no cuadran, que aceptar rápidamente no es negocio para ella ni para los partiditos que la postularon.

Después de que todos vimos cómo perdió, Xóchitl pide un recuento y le doy la razón porque el que nada debe, nada teme.

Hay que contar los votos, hay que aclarar para ella y sus partidarios que creen que la elección la ganó su candidata porque sus amigos y familiares, que viven en la misma burbuja, votaron igual. Claro, estos inocentes amigos ignoran que el gobierno no hizo fraude, como lo piensan, porque el gobierno federal no organiza las elecciones.

El gobierno federal no tiene nada que ver con el conteo de los votos ni con la organización de las elecciones.

Las organiza un organismo conservador conocido como el INE, controlado y manejado por destacados personeros de la derecha chichimeca. Nada más recuerden todo el papelazo melodramático de Córdoba, el anterior presidente del Instituto.

El INE debe aceptar la solicitud de la oposición derrotada. De hecho, ya inició el recuento de los votos, no por la exigencia de Xóchitl, sino por protocolos establecidos para dar certeza a los resultados.

Además, con este recuento, el INE debe hacerlo público para derribar los señalamientos absurdos que pretenden manchar y desprestigiar el triunfo inobjetable de la izquierda y Claudia Sheinbaum.

El mismo presidente AMLO y la virtual candidata electa han solicitado al INE aceptar la demanda: el que nada debe, nada teme.

Hay que recordar los fraudes sufridos por la izquierda y sus candidatos para robarles triunfos legítimos, a Cuauhtémoc Cárdenas, a Andrés Manuel López Obrador, con la complicidad del PRIAM.

Ante las movilizaciones y el reclamo popular para limpiar la elección, los prianistas rechazaron la solicitud y terminaron quemando los votos para borrar cualquier rastro del fraude electoral.

Con ello se desenmascara a estos pseudo demócratas, demostrando con números que han perdido las elecciones de junio del 2024, para abrir las alamedas de la democracia a la primera mujer que gobernará la nación mexicana.

El pueblo los rechazó, el pueblo no los quiere así. Sí, tienen que cambiar para hacer propuestas nuevas a la sociedad, un conservadurismo nuevo, moderno, que entienda que podemos vivir en tolerancia, en diversidad y democracia, respetándonos unos a otros, respetando la decisión de las mayorías y respetando también a las minorías.

Los seguidores de la candidata derrotada deberían pedir cuentas a los dirigentes de los partiditos que la llevaron al matadero, al PRI, al PAN y al PRD.

A Mako y Malito no les preocupa el fin de la historia. Ellos están felices con sus senadurías.

Más allá de la elección y de aceptar los resultados, ha llegado la hora del debate interno en el conservadurismo, revisar nuevas propuestas para construir una oposición inteligente, creativa, y que pueda convencer a la nueva sociedad que votó en contra de ellos. Convencer a los jóvenes que mayoritariamente le dieron el voto a la izquierda. Ya algunas voces piden el reconocimiento del triunfo de Claudia y colaborar en la construcción del Nuevo México, pero cuestionando al poder.

Hay que serenarse, hay que reflexionar cómo oponerse al partido hegemónico, al gobierno de la 4T y crear acciones que convenzan a la sociedad para que voten por ellos.

También hay que reconocer que este país, después del 3 de junio, no es Venezuela, no se convirtió en un país comunista. Es un país democrático donde la gente votó y exige que se respete su voto.