Misael Habana de los Santos

Por: Misael Habana de los Santos

Llegar a la Ciudad de México a las cuatro de la madrugada en enero o febrero te congela como momia. Arribar a esta hora en junio es como un candente verano con un calor infernal comparable al de Acapulco.

Llegué a Palacio Nacional después de bordear calles bloqueadas gracias a mis paisanos, los maestros de la aguerrida sección 22 muratiana, que se han dado gusto enfrentando a una policía desarmada y gritando consignas contra “el mal gobierno”, a quien los profesores consideran la misma porquería. Así gritan, igualando al gobierno de AMLO con el de Calderón, Peña Nieto o Salinas.

La de hoy fue una mañanera bastante especial. Aquí se respira alegría y felicidad.

Los que vimos y escuchamos al actor de esta representación matutina, observamos a un Andrés Manuel López Obrador bastante relajado, bromista, carcajeándose y citando a escritores de su preferencia como José Saramago, quien se burla del neoliberalismo y su ADN: las privatizaciones hasta de la vida privada de la gente. Se nota que el viento de la democracia del 2 de junio se llevó hasta las malas vibras que intentaron sembrar en los muros del viejo edificio colonial los opositores a quien encabeza la 4T.

“Que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo… Y, metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos”, repitió AMLO cada una de las palabras escritas por el escritor portugués en sus cuadernos de Lanzarote; todo a excepción de la frase final donde dice “malas palabras”, pero si las escribe un Premio Nobel de Literatura pues “¿por qué no yo?”, justificó. Al final, por un exceso de corrección política al leer el texto, omitió el último renglón.

El presidente estaba de muy buen humor, incluso confesó públicamente que ya lo estaban censurando, en referencia a su esposa Beatriz Muller, cuando él le pidió a Jesús Ramírez Cuevas que le solicitara a su compañera el mensaje que le habían enviado a la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum al conocer su triunfo.

La búsqueda del mensaje metió a Jesús en un brete que inteligentemente resolvió con un “dice que lo borró”. El presidente prometió mostrar el mensaje otro día.

El reportero de la fuente del periódico La Jornada, Emir Olivares, se llevó la mañanera y le realizó una entrevista personal, negando en los hechos la práctica del protocolo de Comunicación Social de la Presidencia de la República que aceptan respetar todos los reporteros que cubren la mañanera.

Entre algunos puntos del protocolo se establece que el reportero solo puede hacer dos preguntas, a lo mucho tres. Olivares hizo como diez. Otro punto es no gritar preguntas si no te dan el micrófono y la palabra el jefe de la nación.

Al final, el presidente reclamó al periódico La Jornada, el mejor periódico del país, dijo, medio que dirige Doña Carmen Lira, por una “rayuela” que se publicó y que decía más o menos lo siguiente: Se preguntaba quién era el asesor(a) tan inteligente que había recomendado a Xóchitl Gálvez reconocer el triunfo de Claudia Sheinbaum tan temprano. Aunque por su redacción también se podía entender que el periódico de la izquierda mexicana estaba molesto por el reconocimiento del triunfo de la morenista fuera de tiempo.

El presidente AMLO dio a conocer algo de lo que ya había hablado sobre Acapulco y el Otis. Como sabemos, el ejecutivo federal durante su gobierno no se caracterizó por hacer viajes frecuentes al extranjero. Pero asistió al foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se realizó el 13 de noviembre del año pasado en San Francisco, solo para reunirse con el presidente chino Xi Jinping y conseguir en ese país parte de los casi 300 mil paquetes de enseres que repartieron a los acapulqueños después de OTIS. También habló con los presidentes de Estados Unidos y Canadá sobre la tragedia que vivían los guerrerenses afectados por el fenómeno hidrometeorológico.

Me pidió que difundiéramos en Acapulco que va a estar en el puerto la próxima semana para hacer la última evaluación sobre las acciones emprendidas después del huracán.

También aseguró que la carretera federal 200, la súper carretera que se construyó en su gobierno desde Las Vigas hasta Cuajinicuilapa, Guerrero, en la frontera con Oaxaca, va a ser inaugurada en una gira que va a realizar por la región de la Costa Chica acompañado por la virtual candidata electa Claudia Sheinbaum, y que para entonces ya será presidenta electa.

A las 10:20 el presidente propuso irnos a desayunar. Entre cercas que cierran el acceso a Palacio Nacional, entre policías de la ciudad que indican por dónde entrar y por dónde salir, me dirigí hacia la plaza de cemento donde estuvo la gran Tenochtitlán. Me metí al tren suburbano y desde la estación de Zócalo hasta Taxqueña, me arrastró un mar de gente que me llevó desde el calor urbano de la CDMX al calor de las playas de un Acapulco aún en ruinas.