Por: Misael Habana de los Santos
Sobre los hechos del pasado viernes en la Autopista del Sol cuando estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa quisieron tomar las casetas de cobro generando un enfrentamiento con efectivos de la Guardia Nacional que provocó decenas de lesionados en ambos bandos no hay que perder el centro del debate que fue la acción de un psicópata de quitar el embrague de frenos a un trailer y arrojarlo en una pendiente contra policías, instalaciones federales o lo que topara a su paso.
Ese es el tema central, no la declaración “desafortunada” de la alcaldesa de Acapulco Abelina López Rodríguez sobre el vehículo pesado sin conductor. Sobre ese hecho y acciones colaterales debe girar la investigación que castigue al o los responsables de hechos tan lamentables que pudieron ser mayores.
Irse con la burla, el rencor ideológico, la misoginia, al juzgar parcialmente el discurso de la alcaldesa, sacarlo de contexto, editar y dar una parte por el todo través de las redes sociales y medios de comunicación no contribuye a nada bueno. Solo evidencia el rencor social que genera la polarización política que vivimos.
Lo ocurrido en la caseta de Palo Blanco, sin duda, es un hecho lamentable, grave, no tiene que ver con la ausencia de libertad expresión sino con la tolerancia hacia un grupo de manifestantes que enarbolan una causa justa pero que en sus acciones en búsqueda de justicia acuden a la violencia para denunciar y combatir a la violencia institucional: es como apagar el fuego con gasolina.
Libertad han tenido los estudiantes y familiares para difundir los hechos que presuntamente le costaron la vida a los 43 normalistas. Cierto, aún no se ha hecho justicia.
Los manifestantes sabían que en la autopista se estrenaba el operativo de Caseta Segura implementado por el Gobierno Federal y quisieron probarlo, reventarlo.
Operativo que impide que grupos tomen las casetas de cobro y recauden una cuota “voluntaria” a los conductores que circulan por esas carreteras.
Y los estudiantes de Ayotzinapa querían cobrar el peaje (100 pesos) como lo habían venido haciendo todos los fines de semana desde meses atrás. Dinero recaudado que no se sabe dónde va a parar. Se habla de millones de pesos.
El presidente de la República este lunes en la conferencia matutina dijo cosas muy claras y qué hay que considerar para analizar el tema: que la llamada delincuencia organizada y de cuello blanco está atrás del movimiento de los estudiantes de Ayotzinapa.
El tema no es para menos y la sociedad debe exigir más información y una investigación que deje en claro quiénes son esos grupos y se castigue a los responsables. Y no lo dice cualquiera lo dice el presidente AMLO.
¿Esta revelación presidencial puede ser considerada como un adelanto de las conclusiones del caso de los 43 de Ayotzinapa?.
Con esta información podríamos deducir que lo del viernes pasado en la caseta de Palo Blanco no era cualquier cosa, era la representación del mismo guión de aquel 12 de diciembre durante el gobierno de Ángel Aguirre en que la Policía Federal de Calderón terminó reprimiendo violentamente con el saldo conocido.
Pero ahora no había PFP, sino Guardia Nacional, que tenía instrucciones de resistir la embestida sin ceder a ninguna negociación como la buscaron los organismos de derechos humanos y autoridades locales. Pero gobernación recordó a los negociadores con los estudiantes que ya habían cedido permitir una hora de boteo: “hay un operativo de caseta segura”.
Y ahí ardió Troya, comenzó la escaramuza entre los dos grupos, se aventó el trailer sin conductor contra la GN para abrí paso.
Este es el tema central que los conservadores quisieran ocultar destacando más las declaraciones de la presidenta municipal de Acapulco.
Más parece una persecución política contra la alcaldesa Abelina López, parece que se quisiera distraer realmente el objetivo de la investigación de lo que pasó en la caseta de Palo Blanco.
Y para no darle carnita a los tiburones, Abelina tiene que hablar con un discurso claro, frases cortas con sujeto, verbo y predicado, para que no haya intencionadas mal interpretaciones.
Y esto faltó en la construcción verbal de lo que dijo, pero buscar responsabilidad por eso en Abelina no tiene ningún sentido. Hay que buscar responsabilidad, investigación y castigo a los responsables de los hechos que pudieron ser mayores.
Y sobre todo castigo para el psicópata que quitó el embrague de freno al vehículo pesado propiedad de Soriana en pendiente corriera sin conductor y que al estrellarse pudo haber provocado una verdadera tragedia humana y política como la de la gasolinera en Chilpancingo aquel 12 de diciembre. Afortunadamente todo quedó en zipizape que debe investigarse y castigar a los responsables sea quien sea.