Misael Habana de los Santos

 

Misael Habana de los Santos

La disputa por el contenido de los libros no es cualquier cosa. La derecha, el conservadurismo históricamente derrotado lo sabe muy bien. No sólo es la lucha por mantener el control de los ciudadanos y el aparato ideológico (AIE) llamado educación, es la búsqueda de la hegemonía política del Estado por la oligarquía nacional e internacional.

 

El conservadurismo en el orbe ha perdido la batalla cultural frente a los grupos liberales, progresistas, de izquierda que han impulsado la construcción de una sociedad democrática y un estado laico, benefactor, y la incansable utopía de una sociedad igualitaria y sin clases sociales.

 

La disputa por el contenido de los libros de texto gratuito en México en la coyuntura de este gobierno de la cuarta transformación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, es la reedición de otras batallas reaccionarias del pasado como la lucha contra las Leyes de Reforma, contra la Constitución de de 1917, contra el artículo tercero, contra los primeros libros de texto gratuitos, contra la educación sexual, en contra de la impartición de historia en las aulas y otras batallas perdidas por el oscurantismo.

 

La batalla de la derecha mexicana no sólo es contra el contenido de los libros, también hay un interés económico en convertir en una mercancía los textos y de ser posible, ir por la privatización de la educación en todos sus niveles y ofrecerla al mejor postor. Y mandar al diablo al Estado protector que impera en las sociedades europeas donde la educación (en todos sus niveles) y la salud son responsabilidad del estado y gratuitas para sus ciudadanos.

 

La polémica de los libros de texto actual—sólo asunto de los opinadores conservadores — debería convocar a todos, a los padres de familia, a los maestros, al hombre y la mujer de la calle.

 

Ahora, no hay que olvidar que estamos en un cambio de estructuras sociales y políticas por un gobierno que fue puesto ahí para transformar el país, por millones de mexicanos. Ese es el bono del gobierno de la 4T y tiene la obligación de cumplir con los electores y transformar el país aunque se retuerza el anquilosado sector de la clase media aspiracionista.

 

Y si el país se está transformando se tienen que transformar la educación, la familia, la iglesia, los sindicatos, las leyes, los aparatos de justicia y cambiar este Estado injusto, predorsal al servicio del empresariado corrupto.

 

Y uno de sus vehículos para retardar o acelerar el cambio social es la educación.

Si se revisan los libros de texto de historia de Guerrero, por ejemplo el de tercer año, que no se ha cambiado todavía por el gobierno de izquierda que tenemos, no habla de la Guerra Sucia y de los 500 desaparecidos que hubo en esta entidad, ni habla del levantamiento armado de Lucio Cabañas, no habla de la satrapía del figueroismo, de la matanza de copreros o de los pobres de esta entidad sometidos por la explotación del llamado desarrollo turístico, entre otras omisiones pensadas, planeadas.

 

Siempre la historia es una historia color de rosa que hicieron los especialistas del sistema educativo pasado para manipular e informar a generaciones en esta historia color de rosa y telenovelera que era el sistema político del priismo mexicano.

 

Es una gran polémica y el presidente con los votos que tiene puede proponer y llevar a cabo los cambios que requiere el clasista sistema educativo nacional.

 

En la realización de los libros de texto han participado especialistas en todas las áreas, no exentos de errores que deben ser enmendados, participaron maestros y padres de familia.

 

Los mexicanos debemos salir al frente para apoyar la educación laica, gratuita y obligatoria. A defender los libros de texto que impulsen una educación crítica y apegada a la realidad, que combata prejuicios ideológicos, políticos, raciales, que enseñen la búsqueda de la justicia y la igualdad.

 

Es la hora de defender la educación crítica: ahora o nunca. Ahora sí no nos llevara más años la construcción de una matria justa.

 

Contra el conservadurismo ni un paso atrás, la batalla está ganada y el espíritu de la libertad recorre el mundo. El conservadurismo está condenado al fracaso.