Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos.

 

Al caminar por la costera y ver algunas decenas de señores y señoras de piel blanca y de niveos vestidos, como el color que llevan los ricos de telenovelas cuando van a la playas o a Acapulco; si, estos manifestantes nuestros con pancartas frente a la puerta del centro de convenciones dicen que no quieren ahí un hospital que atenderá a trabajadores del estado, propuesta que además incluye la remodelación de dos teatros con áreas jardinadas y una pista de tartán para caminar.

 

Yo, solitario en un urbano Caleta- Base, sin dejar de ver la micro movilización me digo a mi mismo: “me dan pena los oligarcas vencidos”.

 

Pero cuando me digo esto, un poco avergonzado por la condición humana, cuando digo, “cuando pienso que van a darme pena aprieto bien los dientes y cierro los ojos”.

 

Y no sé bien a bien qué quieren los inconformes de blanco; que las ruinas del CIA se sigan desmoronando en este espectáculo del saqueó del dinero público y que ellos, los de blanco, han sido al menos cómplices; querrán que se restituya el proyecto original, un casino para gringos viciosos y para mexicanos blancos, porque la verdad es que los acapulqueños, morenos y pobres, no iban ahí mas que para servir a los señores y señoras. ¿Esto es lo que quiere la oligarquía cevichera? o ¿es lo que quiere los que administran el jugoso negocio de la medicina privada?

 

Cuando los veo exponiendo su blanca piel al sol me digo, pienso y vuelvo a pensar:

“Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas / pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes / pienso en mis largos días sin camisa ni sueños/Pienso en mis largos días con mi piel/prohibida./Pienso en mis largos días./

 

—No pase, por favor. Esto es un club.

—La nómina está llena.

—No hay pieza en el hotel.

—El señor ha salido.

—Se busca una muchacha.

—Fraude en las elecciones.

—Gran baile para ciegos.

—Cayó el 0remio mayor en Rena.

—Tómbola para huérfanos.

—El caballero está en París.

—La señora marquesa no recibe./

En fin, que todo lo recuerdo./Y como todo lo recuerdo, ¿qué carajo me pide usted que haga? Pero además, pregúnteles./ Estoy seguro de que también recuerdan ellos.”

 

Claro que recuerdan, no solo añoran, así viven y sobre todo, hacen reminiscencia porque ellos viven de la nostalgia, uff, del jet set, las fiestas nocturnas de blanco y negro con la baronesa donde ya corría la cocaína y Teddy no solo era un dealer, también el promotor de este destino social para Acapulco: el turismo.

 

Rememoran, porque para ellos así es el mundo que viven, un poco en ruina económica y moral pero intentan detener el derrumbe de ese estatus reconstruyendo la dictadura del PRIAN y oponerse a cualquier determinación del presidente AMLO.

 

Porque eso es todo, no solo es oponerse a un hospital de especialidades, es su amlofóbia. Es el desprecio a cualquier asomo de Igualdad, de justicia para los trabajadores.

 

La evocación al pasado, los paseos en lujosos yates, servir ceviche al presidente en turno como lo hacían con Felipe Calderón en la Base Naval, con Peña Nieto y toda la mafia en el poder; la invocación a la deidad del dinero, el Cristo rico no crucificado que desayuna huevos poché en la iglesia de la Paz en Las Brisas para que los proteja de los efectos de un mínimo Estado de bienestar que existe en el mundo civilizado y de que la oligarquía cevichera nada quiere saber.

 

Y como egoístas que son, quieren para ellos el mundo donde todo tenga precio, donde se construyan Carl’s Jr y Oxxos en cada esquina y la invasión del neoliberalismo se exalte como progreso. Donde un hospital de la costera te niegue un servicio clínico porque no tienes con qué pagar, una avenida llena de piquerías donde se vende de todo, hasta tacos triple B y donde los que hacen la riqueza, los acapulqueños, sigan respondiendo “sí señor”, “lo que usted diga”.

 

Un día como hoy nació en Camagüey el poeta, periodista, activista, político cubano y, sobre todo, cultivador de la poesía negrista, Nicolás Guillén. Es este texto un humilde y negro homenaje a su nombre y su poesía, siempre imitada jamás igualada.