Parte 3.
Misael Habana de los Santos
¿Quién quiere leer algo donde te dicen que eres una porquería? Entre escombros, entre puntas de lanzas transparentes que salen de cerros de vidrios rotos que circundan edificios en ruinas, entre montañas de basura en putrefacción sobre la Costera eternamente apestosa, he escuchado a almas piadosas clamar “Otis ha sacado lo mejor y lo peor de los acapulqueños”.
El clamor tiene fundamento en la experiencia diaria de los acapulqueños después del huracán, que no se diferencia mucho con la forma de ser de los porteños antes del fenómeno, solo que con la tragedia estas conductas abominables de abuso del uno al otro, del primero yo y siempre yo, aquello de que “para que lloren en mi casa mejor que lo hagan en la del otro”, solo se acentuaron y salieron a las calles en turbas sedientas de mercancías que la sociedad de consumo ofrece y nos dice que todos podemos tener siempre que haya dinero para pagar el estatus que requieren los aspiracionistas.
Los lumpenes de todas las clases sociales, de la Zapata, Rena, La Progreso y Costa Azul, salieron la noche del miércoles y jueves a saquear lo que estaba a su paso en la Costera y Diamante.
En esas noches y los días subsiguientes, a pleno sol, la euforia de la bestia rapiñera mostró ante todos los transeúntes su cara, su dentadura de perro hambriento, enmascarados, en motos, en camionetas de alta gama, cargaron la droga buscada.
Aquí el sumus de la narco cultura y la violencia de todos los días en los últimos 25 años en Acapulco.
Aquí la consecuencia de la estela de descomposición social, corrupción y decadencia de la sociedad porteña. Aquí la bestia mirándose al espejo. Aquí nos tocó o aquí escogimos para sobrevivir.
Los olvidados en el zócalo
Ante la nula participación ciudadana entre los sectores medios de la sociedad porteña, la basura se pudre en las calles, frente a los negocios, frente a la puerta de muchos domicilios en el centro de la ciudad.
Ante la falta de brazos, se contrató para limpiar el zócalo a gente de barrios marginales controlados por líderes tradicionales y corruptos como los que maneja el PRI o el PRD.
Familias completas, padres, madres, hijos, entenados, los abuelos, los niños, dejaron sus casas en la periferia y vinieron a la plaza, montaron campamentos, como perros marcaron su territorio e iniciaron la merca, la coima, hicieron la comida para la tribu en una cocina improvisada.
Una anciana matrona echada en una poltrona controla a las mujeres y a los niños que se cubren del sol en las sombras de los edificios o bajo lonas instaladas como un campamento.
Todos ellos participan en la limpieza del abandonado zócalo cubierto de ramas, árboles y basura. A la puerta de la catedral hay un chiquero hediondo.
Los hombres que limpian el corazón de la ciudad son controlados por su líder que parece un hombre de La Montaña guerrerense y que, a su vez, obedece órdenes del director de Protección Civil municipal, Efrén Valdés Ramírez. La matrona coordina su nuevo negocio encontrado al paso en la plaza: tendieron un cable y con un diablito bajaron la energía eléctrica de un poste frente al edificio Oviedo y lo llevaron al zócalo, a menos de 100 metros de ahí.
Todo el que quiera cargar su celular o cualquier aparato que consuma energía eléctrica tendrá que pagarle 25 pesos a la matrona. Sin chistar, todo el que necesita energía en una ciudad sin servicio eléctrico tendrá que pagarle a estos lumpenes que vinieron a limpiar el zócalo y aquí encontraron otra actividad más redituable: huachicolear la energía eléctrica a la CFE.
Temporada de zopilotes.
Un animal depredador que ha salido a lucirse entre los escombros son los políticos. No todos, solo algunos, los más cínicos, los más canallas, los más sinvergüenzas, los más corruptos, los más depredadores de las finanzas públicas para su provecho personal y familiar.
Esta es la diferencia de ahora con el viejo régimen, ahora algunos de estos personajes desprestigiados han guardado prudencia y las despensas del gobierno para mejor ocasión. Ya lo veremos cuando pase la tragedia social, económica, política y ecológica provocada por Otis.
Una de las historias más vergonzosas es la que escenificaron ciudadanos pertenecientes a la organización no gubernamental World Central Kitchen que ha venido sirviendo comidas calientes en varios puntos de la geografía afectada por Otis en Coyuca de Benítez y Acapulco al acusar al Senador Priista Manuel Añorve Baños y sus hijos, todos funcionarios públicos, de andar saludando con sombrero ajeno.
World Central Kitchen, organización fundada en el año 2010 por el chef José Andrés y su esposa cuando un terremoto devastó la isla de Haití, él es propietario de treinta restaurantes en todo el mundo.
Añorve Baños, según los ciudadanos, distribuía alimentos de la ONG a su nombre, de su familia y de su partido.
Los miserables de la opinión pública.
El conductor de la televisión privada, Leo Zuckermann, ante su auditorio dijo “Me pregunto, ¿valdría la pena reconstruir Acapulco?” En esta temporada de zopilotes, este comentarista ya se ha ganado el derecho de ser “persona indeseable” en Guerrero y se agrega al panteón de los hombres miserables como los muchos que desenmascaró Otis.