Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos.

La sesión se desarrollaba con la formalidad que imponen tres secretarios de Estado, en representación del Presidente AMLO, en la Base Naval de Icacos en Acapulco después del crack provocado por Otis.

Quien lleva la batuta y el control de la sesión de alto nivel y de la agenda es el General Secretario de la Defensa Nacional, Crescencio Sandoval Iñiguez. La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, y la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, son algo así como convidados de piedra en esas reuniones maratónicas para tomar decisiones que devuelvan la calma a una ciudad que el huracán Otis había dejado sin pies ni cabezas.

“Vengo en representación de World Central Kitchen (WCK),” dijo un hombre, “y nuestro objetivo es brindar comida caliente a la gente afectada por contingencias.” Aún no terminaba de hablar cuando el General Secretario lo paró en seco argumentando que eso no era tema de la sesión.

El chef llegó acompañado del babynet priista regidor de la comuna de Acapulco Manuel Añorve Aguayo, hijo del senador Manuel Añorve Baños. Aquí la explicación de por qué el cuestionado ex alcalde de Acapulco y sus hijos fueron increpados por miembros de WCK en Coyuca de Benitez por repartir comidas calientes de esta ONG a nombre propio de la familia Añorve-Baños-Aguayo-Fernández y del PRI.

No obstante al ninguneo de la WCK en la junta, autoridades del gobierno del estado escucharon la propuesta y dieron las facilidades para que el chef aplicara el exitoso programa de ayuda con empresarios restauranteros locales para beneficio de la ciudadanía acapulqueña, en esos días, aún en shock por Otis.

El programa fue un éxito y en cierto momento fue utilizado por el aparato informativo de la derecha para contraponerlo a las acciones gubernamentales que estaban dedicadas a cuestiones sustantivas como la distribución de combustibles, abrir accesos en calles y avenidas, electricidad, seguridad, limpieza, distribución de alimentos y agua potable.

Los opositores comenzaron a divulgar que los únicos que trabajaban en Acapulco eran la iniciativa privada que repartía despensas y alimentos. Falso.

Los restauranteros locales brindan comida caliente porque la WCK les paga 4 dólares por cada uno de los 300 alimentos a cada negocio por entregar alimentos a quien lo solicite.

La buena acción de la ONG fue pervertida por algunos restauranteros que se dedicaron a servir atún, arroz y frijoles (las cocinas de La Condesa) sin considerar las exigencias del programa a sus participantes: ofrecer una comida balanceada.

En este sentido, es loable la acción social de algunos restauranteros y WCK que ofrecen alimentos de calidad como lo hace La Ribaicita y Chile, Maíz y Frijol, entre algunos otros.

Y bueno, hasta los políticos opositores quisieron usar los recursos de WCK para llevar agua a su molino y saludar con sombrero ajeno, propiedad del chef. Pero… fueron puestos en su lugar por ciudadanos conscientes y afrentados tuvieron que entender que las cosas han cambiado en el país y que hay otras formas de sortear una emergencia y que no necesariamente es el abuso, la gandallez y la corrupción.

Los líderes priistas vieron pasar toneladas de despensas frente a sus ojos sin poder esconderlas o condicionarlas por votos. Otros se fueron a la CDMX a pedir dinero y regresaron derrotados y rechazados por la sociedad. Atrás quedó el tiempo de los gobernadores, familiares, amigos y compañeros de partido beneficiados y enriquecidos con las desgracias de los guerrerenses como sucedió cuando el huracán Paulina, la tormenta Ingrid y Manuel, y algún que otro temblor.