Misael Habana de los Santos

 

Misael Habana de los Santos.

El manejo del negocio del transporte público en Huazolotitlán, en manos de un reducido grupo de particulares, ha provocado una legítima demanda de la mayoría de la población en contra de un servicio caro y de pésima calidad.

 

 

Desde hace nueve años en Huazolotitlán venía creciendo la inconformidad entre algunos sectores de la población en contra del servicio brindado por los miembros de la Unión de Permisionarios que hegemoniza el servicio de camionetas y taxis en este municipio y en todo el estado; sector que siempre ha tenido la protección del PRI, gobierno que los utilizó para acarreos y movilizaciones políticas.

 

 

Cuando en algunas poblaciones de la Costa Chica comenzó a funcionar el servicio de mototaxis esto fue ejemplo para que la inconformidad en contra del monopolio privado comenzara a germinar y crecer en Huazolo.

 

 

Incluso en tres o cuatro de sus agencias municipales el servicio de mototaxis funciona con regularidad y con la comprensión y tolerancia de los transportistas particulares de esas comunidades.

 

 

A la llegada a la presidencia municipal de Vilma Reyes, concubina del general retirado Tirso Terrazas y síndico electo en la comuna bajo la fórmula del PRI, que ganó con el voto minoritario de los ciudadanos si se compara el total de sufragios obtenido por el resto de partidos políticos en la contienda, el matrimonio encontró en la inconformidad de la población hacia el transporte privado un potencial bono de popularidad no obtenido en las urnas.

 

 

Así que un día de septiembre amanecieron 22 taxis en la plaza de Huazolo lo que motivó un enfrentamiento entre los concesionarios y ciudadanos, la mayoría Ñuu savis, que no pasó a mayores por la fraternidad que aún existe en el lugar, la que con la radicalización de las partes tiendea quebrarse y transformarse en un conflicto inmanejable y que lamentaremos siempre no haber solucionado a tiempo por egoísmo y excesivo amor al dinero.

 

 

Los hechos del pasado martes, afuera de la población y frente al municipio, solo es un anuncio de lo que puede venir, sobre todo por la provocación de agentes externos que a través de la violencia han mantenido privilegios y que actúan con la tolerancia de los permisionarios y de las autoridades.

 

 

¿Quién será el responsable de las amenazas y acciones de estos grupos violentos en contra de ciudadanos que exigen servicios de calidad y participación en el transporte? Alguien tendrá que ser responsable, y no se responsabilizará a los de afuera, sino a los más cercanos, a los conocidos, a los de Huazolo, a los hermanos. Se romperán amistades, familias, la comunidad. Algunos tendrán que salir del pueblo por las consecuencias del problema.

 

 

¿Esto es lo que se busca para Huazolotitlán? ¿No seria mejor dejar el egoísmo a un lado y dar libertad para quien cuente con los recursos participe en el negocio lícito que guste y que cada ciudadano elija el servicio de acuerdo a sus preferencias y de acuerdo a su situación económica?

 

 

Todavía es tiempo de buscar una solución buena para todos. Los transportistas tienen que mirar hacia el futuro, tienen que dejar de escuchar a voces que se aferran a los privilegios para los pocos y el pasado.

 

 

La mejor solución del conflicto es la búsqueda de la paz y la tranquilidad a través del diálogo. Eso es lo que distingue al pueblo: su paz y tranquilidad. No permitan que unos pocos violentos, gente ajena a la población, lo haga.

 

 

Además, viajar en mototaxis es barato y divertido, así dicen quienes se han montado en esta aventura por las callejones de Huazolotitlán.

 

 

PD. Me dicen que la botella tirada en el mar de la red en caleta fue hallada por unos muchitos chirundos que nadaban en la playa de Puerto Minizo (Laguna del Venado, en mixteco).

 

 

Ojalá lo lean en la bocina del pueblo, escuchen, recapaciten y evitemos una confrontación que concluya en una tragedia. No a la violencia, sí al diálogo y a la paz con bienestar para todos.