Misael Habana de los Santos

Por: Misael Habana de los Santos

Fue interesante la conferencia mañanera de ayer martes, animada por supuesto por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque explica el comportamiento y el camino que deberían seguir las oposiciones en este país, según el dirigente político más querido en esta nación.

Rescata algo que caracterizó a su gobierno durante los casi seis años al frente del poder ejecutivo de la nación mexicana. Vamos a llamar a esa peculiaridad del presidente AMLO, hablar de frente y con la verdad a los mexicanos, quienes lo sienten como uno más de ellos.

Acciones que marcan la diferencia en el quehacer político de AMLO y lo que hacen los opositores, que basan sus actividades discursivas en la mentira y la hipocresía, haciendo campañas de descrédito en contra de sus oponentes a través de sus medios de comunicación.

Campañas disonantes que exaltan los valores democráticos occidentales, protegen los intereses sociales, políticos y económicos de la clase dominante y atentan contra los principios del poder del pueblo.

Por lo tanto, son campañas con mensajes cargados de mentiras, manipuladores, hipócritas y disonantes entre el discurso y los hechos. Por ejemplo, esta campaña instrumentada por el conservadurismo y que se usó durante todo el sexenio, pero con mucho más fuerza en los últimos meses antes de las elecciones: “México se convertirá en Venezuela”, “se van a robar las afores”, “no hay medicinas en los hospitales”, la etiqueta “narco presidente”, la inmoralidad de la candidata del PRIAN Xóchitl Gálvez al llamar a Claudia Sheinbaum “narco candidata”, y toda esa narrativa del terror que, como un bumerán, se regresó y el pueblo los enterró.

Dice el presidente AMLO que para hacer política en este país, y en cualquier parte, es necesaria la verdad, actuar con verdad, decir la verdad.

Más allá de lo que digan del presidente Andrés Manuel López Obrador, acusado con frecuencia por la oposición de mentir cuando responde a las campañas en algunos medios de comunicación con “bueno, yo tengo otros datos”. Y él siempre tuvo sus datos, que eran verdaderos para desenmascarar la información de los acusadores.

Siempre, por lo general, habló con la verdad, puso los puntos sobre las íes en muchos casos difíciles, por ejemplo en Guerrero, cuando desmintió la versión de que jóvenes estudiantes de Ayotzinapa habían atacado a efectivos de la Policía Estatal. La mentira oficial cayó y vinieron las renuncias de los funcionarios involucrados.

Me llama la atención lo que dijo la mañana del martes pasado cuando habló del caso Copala y aseguró que el asesinato del presidente electo había sido un ajusticiamiento, algo que las autoridades locales aún no han reconocido o no lo han dicho tal cual.

Entonces, el presidente llama a las cosas por su nombre y explica lo que sucede. A mí me gustaría que la Fiscalía General del Estado nos informara sobre los hechos violentos en Guerrero con transparencia y verdad.

El presidente de la República ha ganado adeptos precisamente porque la gente le cree y porque les ha hablado con la verdad. Hemos visto que toda la campaña de guerra sucia preelectoral se derrumbó completamente al otro día de la elección. ¿Esperaban los convencidos o manipulados por esta campaña que el lunes 3 de junio México estaría convertido en Venezuela? ¿O que los servidores de la nación ya estuvieran “robando” nuestras casas para entregárselas a quién sabe quién? Mentiras que cayeron por su propio peso.

El presidente de la República siempre habló con la verdad. Ayer invitó a la oposición a hablar con la verdad frente a la gente y así, algún día, poder convencer a los electores para que los lleven al poder. Con la mentira no se llega a ningún lugar, dice AMLO.