Por: Misael Habana de los Santos

El lunes, las fuerzas democráticas del mundo ganaron una batalla más contra los enemigos de las libertades ciudadanas. Un triunfo de los grupos progresistas del mundo y un festejo para la gente de buena voluntad en la tierra.

La liberación del periodista Julián Assange representa una derrota para aquellos que piensan que todo gira alrededor del dinero y el poder bélico.

Muchas personas nobles en el mundo sufren en este momento los estragos de la lucha por los derechos humanos y la justicia, como en la guerra israelí en la Franja de Gaza: el bombardeo constante de Israel sobre civiles palestinos y la muerte de niños y mujeres.

La denuncia mundial en distintos foros contra este genocidio aún no ha logrado alcanzar su objetivo: la retirada de los israelíes de Gaza y el reconocimiento del estado Palestino.

La lucha por la libertad de Julian Assange, periodista australiano y creador de WikiLeaks, que a través de la divulgación de información secreta, sacó a la luz documentos clasificados de los archivos de Estados Unidos.

La defensa de Julián Assange y la libertad de expresión se basa en varios elementos legales, éticos y políticos. Aquí tienes algunos puntos clave en su defensa:

La libertad de expresión es un derecho fundamental protegido por diversos tratados internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Artículo 19) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Artículo 19). Assange, a través de WikiLeaks, ha actuado en el interés público al revelar información importante sobre abusos de poder, corrupción y violaciones de derechos humanos. La protección de fuentes y la publicación de información veraz son esenciales para el periodismo de investigación.

Muchos de los documentos publicados por WikiLeaks han revelado acciones ilegales o inmorales por parte de gobiernos y corporaciones. Estos documentos han sido utilizados por periodistas y defensores de los derechos humanos para exigir transparencia y rendición de cuentas. La publicación de documentos clasificados, como los Papeles del Pentágono durante la guerra de Vietnam, ha sido crucial para revelar la verdad sobre conflictos y políticas gubernamentales.

La persecución de Assange y su encarcelamiento pudo haber sentado un precedente peligroso para otros periodistas y medios de comunicación que publican información clasificada en interés público. Esto podría tener un efecto amedrentador sobre el periodismo y la libertad de prensa en todo el mundo.

Por eso, el gobierno de Estados Unidos inició una persecución en contra de Julian Assange con la intención de detenerlo, juzgarlo y encarcelarlo. Assange recibió protección en la embajada de Ecuador en Londres para evitar la detención.

El gobierno mexicano, a través del presidente Andrés Manuel López Obrador, pidió en una carta enviada al entonces presidente Trump el perdón para el periodista australiano, afirmando que no se podía encerrar a la libertad de expresión y ofreciendo asilo político para el perseguido.

Finalmente, después de varios años de lucha y tras una negociación con el gobierno de Estados Unidos, Julian Assange regresa a Australia con su familia, quienes, por cierto, estuvieron en México en el Palacio Nacional con el presidente.

La liberación de Assange fue un mensaje positivo para todos los que nos dedicamos a este oficio de la información, pero también para quienes luchamos contra la intolerancia y la persecución de quienes piensan diferente.