Por Misraim Olea Echeverría

La inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles en la Ciudad de México dio mucho de que hablar, por sus instalaciones, las operaciones aéreas, pero sobre todo por las singularidades encontradas en el evento.

Sin lugar a dudas el partido en el poder movilizó a sus seguidores para hacer de la puesta en marcha de la primera de las únicas tres obras importantes de esta administración un espectáculo que le da certeza a quienes comenzaban a retirar el apoyo a López Obrador.

Adema de violar la veda electoral, el Presidente echó mano de los recursos del Estado para entregar en tiempo y forma el aeropuerto, sin importar que la obra aún no concluye.

Sumado a que aún no están construidos las autopistas, carreteras y calles que darán acceso al aeropuerto, la falta de acabados en los locales e instalaciones y que sólo se terminó una pista de las tres proyectadas; fue la vendimia popular lo que más llamó la atención.

Para quienes han estado en eventos del Presidente, no es nada raro encontrarse en las entradas de las sedes a vendedores ambulantes, quienes explotan la imagen de AMLO y ofrecen tazas, peluches, libros, pines, imágenes, entre otra amplia variedad de souvenirs. En estos eventos, quienes venden alimentos, ven la oportunidad de ofrecer sus productos con éxito; las garnachas son siempre una buena opción.

En este caso, una señora que vende tlayudas logró colarse hasta la sala de arribo de viajeros, instaló sus cubetas y comenzó a vender; los asistentes al evento terminaron haciendo una larga fila para comprarle.

De los señalamientos sobre todas las fallas que tuvo el aeropuerto, el gobierno se centró hábilmente en defender una, a Guadalupe Piña, la mujer que vendía tlayudas y “la defendió” y defendió el interés de esta por trabajar ¿en estos tiempos de precariedad quien podría estar en contra de alguien que busca subsistir? Eso lo sabe el régimen y de ahí se tomó para contrarrestar las críticas; clasismo, fue la palabra utilizada para desviar la atención.

El problema no es que Guadalupe trabaje para llevar sustento a su casa, sino que el estado en lugar de ayudarla a establecerse formalmente solo explota su imagen, no es una cuestión clasista, es de orden, limpieza, legalidad y salubridad.

Que la señora Piña venda de manera informal en una terminal internacional en el que las medidas de seguridad deben ser altas, puede exponerla a ella y a quienes arriban a ese aeropuerto.

Promover la apropiación del espacio público, es promover la ilegalidad y esto da lugar a que la informalidad se coma las calles, después llega la corrupción y finalmente la inseguridad. Impulsar a mejorar a quienes necesiten un espacio digno será siempre mejor que romantizar la pobreza.

El populismo en su máxima expresión “logró lo impensable” y este fin de semana Guadalupe Piña tendrá un espacio en el Mercado Solar de Cencalli en Los Pinos, en donde podrá vender sus tlayudas de 11 am a 18 hrs; otro gran logro de las políticas públicas improvisadas y corto placistas.

El gobierno de López Obrador tiene solo tres obras importantes, cuando puso en marcha un tramo del Tren Maya Recibió críticas porque la obra estaba sin terminar y sin funcionar; con el AIFA resultó igual. Las obras se entregan a tiempo pero inconclusas, esperemos que la refinería de Dos Bocas no corra con la misma suerte.