Por Misraim Olea Echeverría

En el mes de septiembre las acciones del gobierno estatal, coordinado con algunos municipios, logró que el contagio de COVID-19 disminuyera y con ello la ocupación hospitalaria, lo que permitió que Guerrero pasara a semáforo amarillo. El relajamiento de las medidas obligó, 15 días después, a regresar a semáforo epidemiológico naranja.

Desde hace poco más de dos semana en Iguala se ha visto un incremento muy importante en los contagios, pasando al primer lugar de casos activos. Lo más alarmante es la incidencia, con un 97.4%, que en pocas palabras significa que si 10 personas acuden a hacerse la prueba 10 salen positivas. Esto ha impactado a municipios vecinos, ya que Iguala es el centro neurálgico del comercio en la región.

El 2 de diciembre señalé en este mismo espacio que el relajamiento de las medidas por parte de las autoridades locales afectaría la buena racha; también señalé que los principales promotores de actividades que ponían en riesgo a la población fueron las y los aspirantes de morena, sus diputados locales y
Federales, la dirigencia de ese partido e incluso el alcalde, quienes sin importar la difícil situación que atraviesa el estado movilizaron a sus simpatizantes.

Todo parece indicar que Guerrero proyectaba disfrutar de una temporada navideña, atípica de por sí, pero con semáforo amarillo, lo que permitiría a quienes viven del turismo recuperar un poco de lo que se ha perdido a lo largo del año. Al parecer no será así, las cifras negativas en materia de COVID-19 que aporta Iguala echarán abajo los planes de miles de prestadores de servicios turísticos que veían en diciembre su esperanza.

El 29 de noviembre la diputada federal de MORENA Araceli Ocampo Manzanares, presumió que Amílcar Sandoval se había reunido con “más de 500 personas”, hoy la misma diputada, el aspirante y la dirigencia de Morena guardan silencio ante la crisis que enfrenta la región y que desafortunadamente impactará a todo Guerrero, obligándonos a decir “Adiós al semáforo amarillo”.