Por Misraim Olea Echeverría
Hasta el año 2019 y los tres primeros meses del 2020 los únicos estudiantes que recibían educación a distancia eran quienes pertenecían al sistema de tele secundarias, quienes hacían estudios universitarios, de posgrado o cursos en programas educativos virtuales y quienes iban por tarea una vez a la semana cuando la CETEG hacía paros laborales.
Cada una de las modalidades antes mencionadas requieren cierto equipamiento técnico y tecnológico, mismos que hasta el lunes 24 de agosto de 2020 creímos hacían falta sólo en la zonas rurales de México.
La pandemia ha dejado ver que ningún gobierno estaba preparado para hacer frente a las crisis que surgirían por la alta contagiosidad de una enfermedad que impactaría en lo económico, social y lo político.
El inicio virtual de clases del periodo 2020 – 2021 el pasado 24 de agosto también mostró que la ciudadanía con hijos e hijas en edad escolar no estaba preparada para que sus hijos tomaran clases en una modalidad diferente a la presencial, además si tomamos en cuenta que en la mayoría de los hogares con niñas y niños que van a la escuela las o los jefe de familia trabajan y pocas personas se quedan en casa el que un niño o niña tome clases, se complica aún más.
Las clases por televisión fueron la medida apropiada para beneficiar a una amplia mayoría de estudiantes, aquellos que cuentan con luz eléctrica, señal de televisión y, por supuesto, televisión.
Para las comunidades rurales se tuvieran que adaptar medidas que ayudaran a resolver la problemática, en estos puntos el interés responsabilidad y ganas de trabajar de las y los maestros se hizo presente y como muestra exótica del México que sale adelante, se celebra.
El inicio del histórico, pandémico y virtual ciclo escolar 2020 – 2021 nos mostró los diversos “Méxicos” que tiene México, también hizo presente que para educar no es sólo necesario mandar a la niñez a la escuela, las y los padres de familia también tienen que colaborar, ayudar y ser parte de la formación.
Quizá esta experiencia sume el interés de las familias a la formación de los y las hijas.
Las crisis han ayudado a México a ser mejores, es probablemente que esta crisis nos ayude también a educarnos junto a la niñez.