Por: Misraim Olea Echeverría

Hemos escuchado de manera recurrente que los resultados de las elecciones del domingo 18 de octubre fueron una bocanada de aire fresco para el priísmo nacional. Sin duda Coahuila e Hidalgo dieron respiración de boca a boca a una militancia que necesita esperanza para el 2021.

Una vez más quedó demostrado que en política no hay enemigo pequeño. La elección del domingo es inspiradora para el priísmo guerrerense, pero no se debe de bajar la guardia, ya que los triunfos del PRI se dieron en estados con circunstancias completamente distintas a Guerrero. Los cargos que se eligieron fueron diputaciones locales y ayuntamientos; nosotros en 2021 elegiremos el cargo más importante, el de gobernador, por lo que la cargada morenista nacional se supone distinta.

Para que en nuestra entidad los resultados sean igual de favorables para el Revolucionario Institucional es necesario analizar a conciencia los factores que influyeron en el triunfo, tomar lo positivo, aplicarlo; identificar lo negativo y erradicarlo.

MORENA por su parte llega a las elecciones desorganizado y abandonado por el presidente, lo que les obliga a rectificar y resolver antes de 2021 los conflictos, si es que quieren ganar. Coahuila e Hidalgo son la muestra de que los 30 millones que votaron por MORENA en 2018 se están haciendo menos y que la imagen del Presidente, de a poco, se ha ido desgastando.

Aunque Guerrero es sin duda bastión de López Obrador y su aprobación está por encima del 70%, este no debe ser motivo de confianza del morenismo, mucho menos ver en 2021 un escenario ganador. AMLO no irá en la boleta y no podrá hacer campaña de manera abierta, además se han dejado ver fracturas al interior del partido que podrían desembocar en una desbandada.

El PRI tiene un fuerte activo con el gobernador Astudillo, pues ha logrado llegar al 50% de aprobación, lo que sin duda les ayuda a salir a flote, pero para ganar se necesita más que la confianza en el primer priísta del estado; se requieren candidatas y candidatos ganadores, que generen confianza y que aseguren que su trabajo se equiparará con el realizado por Astudillo Flores.

La lección más importante del domingo 18 de octubre es que nada está escrito, nadie puede proclamarse ganador sin haber empezado la contienda y en Guerrero sería un error echar las campanas al vuelo.