Misraim Olea Echeverría

Desde el primer recorrido por el país, las visitas del Presidente Andrés Manuel López Obrador generan expectación positiva y negativa. Los abucheos a los gobernadores en los primeros eventos públicos realizados por la presidencia evidenciaban el distanciamiento que la ciudadanía buscaba entre el nuevo Presidente y el gobernador anfitrión.

En Tlapa, lugar de la primera visita de AMLO a Guerrero ya como Presidente, no fue la excepción. Algunos asistentes abuchearon al gobernador de Guerrero Héctor Astudillo Flores, incluso López Obrador sometió a votación si dejaban terminar su discurso o no; Astudillo Flores le hizo saber al Presidente que de continuar estas actitudes en los eventos él no lo acompañaría más. “No entienden”, respondió López Obrador. Con el tiempo la dinámica se aclaró, la ruta del mandatario estatal no era la confrontación sino la coordinación.

La última visita de AMLO a Guerrero fue totalmente diferente a aquella primera de Tlapa, en esta ocasión no hubo abucheos y al responder la pregunta del periodista Misael Habana “¿Cómo debe ser el candidato de este partido, cómo debe ser el gobernador que sustituirá a Héctor Astudillo Flores?” el Presidente describió como servidor público ejemplar al gobernador Astudillo; reconoció la coordinación con la que han trabajo y destacó sus cualidades, mismas que quienes aspiran deberían superar o al menor tener para “seguir con buenos gobiernos”.

López Obrador ha encontrado en Astudillo a un aliado para mantener la gobernabilidad. AMLO sabe que en Guerrero el gobernador no es conflicto, en Guerrero el gobernador es solución.