No ha pasado un día de esta larga jornada de confinamiento masivo en que no vea en la red social denuncias que cuestionen los servicios que brinda CAPAMA. Falta de agua en colonias del puerto o escaso líquido en la tubería, pero de aspecto cuestionable, color chilate, y por lo tanto, de dudosa calidad como exige la norma.

Resaltan aún más las denuncias por el cuestionado servicio del agua por la coyuntura que vivimos azotados por la pandemia de la Covid 19, en la que la limpieza y la sanidad son fundamentales para prevenir el contagio del virus SARS Cov2.

¿Qué ocurre en CAPAMA? Quizá una de las oficinas con mayores irregularidades en la prestación de servicios de este gobierno municipal y en la mira de los ciudadanos por su inescrupuloso pasado, en el que políticos de todos los colores que han administrado esa dependencia con la complicidad de los alcaldes en turno no sólo han dejado ahí su reputación, sino también la pobreza para ellos convertirse en empresarios, diputados, senadores, etc.

Por allí andan disfrutando el dinero público sin ninguna amenaza de que puedan ser castigados por corrupción, pero sí recibiendo la reprobación y el desprecio de la sociedad.

El problema de la CAPAMA no solamente es su historia, es también su presente. Su director general Leonel Galindo, dicen conocedores del tema, “ha engañado a la población durante todo este tiempo que ha estado al mando del organismo”.

En las pasadas semanas para justificar la falta de abastecimiento de agua en un gran sector del municipio argumentó que la demanda se incrementó en un 60 por ciento en la zona urbana, pero hay que recordarle que con el cierre de hoteles por la contingencia provocada por la Covid 19, el consumo del líquido disminuyó más del 90 por ciento.

Lo que no se dice es que en el sistema Papagayo II no funcionan ocho equipos que producen 2 mil litros por segundo, es decir, 16 mil litros cada segundo, debido a la falta de mantenimiento preventivo de la planta potabilizadora, lo que significa que trabaja al 40 por ciento de su capacidad.

Si restamos que la planta potabilizadora Cayaco trae un déficit de mil litros por segundo desde antes del huracán Narda, el problema de calidad del agua limpia se agrava mucho más. Si adicionamos a ello los efectos del programa de ahorro de energía porque hay que pagarle menos al CFE, dos horas diarias, de 20:00 a 22:00 horas de lunes a viernes; y esas mismas horas para el sistema Papagayo II a un 50 por ciento de su capacidad, con lo que la planta potabilizadora baja aún más su ya de por sí paupérrima producción de “agua potable”.

Más aún, CAPAMA tiene totalmente paralizado uno de sus cuatro módulos de potabilización con capacidad de 500 litros por segundo, con lo que, dicen los técnicos, está dejando pasar el agua cruda sin tratar y la está enviando a la población prescindiendo del debido proceso químico de potabilización como establece la norma NOM-127-SSA1-1994.

Así que la estrategia de ahorrar unos pesos en el recibo de la CFE corre el riesgo de provocar un brote de enfermedades gastrointestinales en las zonas marginadas, por la falta de agua y por no cumplir con el proceso de potabilización, en colonias como Renacimiento, Zapata, Polígono D, zonas altas y poniente de Acapulco.  

A la ineficacia técnica del equipo que administra y opera la CAPAMA hay que agregar lo que el gobierno federal de la 4T pretende combatir barriendo escalera de “abajo hacia arriba” y que aún no llega por Acapulco: la corrupción.

El año pasado se llevó un proceso de licitación para la rehabilitación del módulo de potabilización de la planta Cayaco. Todo bien hasta que las empresas que participaron, inconformes, acusaron al  director de la CAPAMA de favorecer a una de ellas, que fue la que ganó el concurso.

Si los técnicos hablan de la situación “escandalosa” que vive la paramunicipal que dirige Leonel Galindo, la presidenta Adela Román Ocampo debe desmarcarse de este funcionario y su grupo que se ufana en decir que tiene todo el apoyo de la alcaldesa y que “por eso estoy aquí”.

Es más, se siente seguro allí porque cuenta con la protección de los miembros del Consejo de Administración del organismo, integrado por empresarios, regidores —de Morena y del PRI que le entran a la tranza y al influyentismo al mismo nivel que en el pasado—los que a su vez participan y toleran lo que ocurre “dejando hacer, dejando pasar” a condición de tener en lista de raya a sus recomendados como aviadores a los que les dicen “15-30” porque sólo se presentan a cobrar sus jugosas quincenas sin ningún asomo de vergüenza.

Por eso los ciudadanos no tienen agua suficiente y de calidad. Por eso las quejas, los lamentos y mentadas de madre en las redes sociales contra la CAPAMA y el gobierno municipal. Alguien tiene que hacer algo para remediar esto.