Luz Roja de San Marcos
Dedicada a Marbel Rebolledo
Hace casi 50 años murió un mito que comenzaba a nacer para crear otro que aún permanece y que como una hidra le siguen creciendo retoños y cabezas.
Este mito se llama la Luz Roja de San Marcos, grupo musical costachiquense, que no siempre se llamó así, que nunca ha sonado igual, pero que su ímpetu y renovación musical ha ido cambiando conforme han entrado y han salido acordeonistas de su peculiar alineación y conforme han ido cambiando los tiempos.
Antes de llamarse como se llama hoy la Luz Roja de San Marcos (LRSM) se llamó La Luz Roja de Acapulco (LRDA) y que logró grabar un disco larga duración con ese nombre y que tiene como fondo la imagen mítica de la arquitectura acapulqueña: el hotel Princess en playa Revolcadero.
Aunque a los miembros del grupo le gustaba el nombre de LRSM los intereses de las empresas disqueras se impusieron y le colocaron el efímero nombre que marcó su origen.
El grupo lidereado por Régulo Alcocer y Domingo Valdivia, colocó dos éxitos que marcaron su destino, la chilena La Sanmarqueña en cadencioso guaguancó y el bolero chachacualero Mi Gran Dolor.
Todo esto viene a mi memoria porque el pasado 27 de abril de 1974 el grupo (LRDA)sufrió un fatal accidente cuando viajaba en lugar conocido como Loma de Texca cuando venían de tocar del poblado Kilómetro 30 con destino a su tierra para presentarse en el baile de la fiesta patronal del poblado de San Marcos Evangelista—el santo del libro y pluma en mano.
El saldo fatal del accidente casi terminó con el grupo al perder a cuatro de sus integrantes: •Raúl Cortés (guitarra; Evelio Orozco (acordeón); Miguel Ángel Manzanares (güiro) y Humberto Gallegos (operador del vehículo donde viajaban).
La buena noticia dentro de la desgracia fue que dos de los motores del trasatlántico, posteriormente conocido como “El Terremoto de Costa Chica” por el rugido y estremecimiento que provocaba su ritmo, Regulo Alcocer y Domingo Valdivia, aunque gravemente lesionados, lograron reponerse y remodelar la maquinaria que años después volaría y sigue volando por el mundo.
El hecho paralizó a la Costa Chica y amargó las celebraciones de la fiesta patronal de San Marcos que apenas iniciaban.
Sepelio de los miembros de la Luz roja de San Marcos hace 48 años
Pero esa fatalidad trazó el destino del grupo que como un Ave Fénix levantó vuelo.
La llegada del vallenato con los colombianos a Costa Chica, primero Aniceto Molina, después Anastacio y hasta ahorita Edison, al que se sumaron otros apellidos venidos de Valledupar, es otro capítulo de la historia de lo que hoy conocemos como Luz Roja de San Marcos y que mucho tiene que ver con nuestro realismo mágico lleno de negros, indios, afroindios, chilenas, cumbias, corridos, los que al fusionarse con “la lumbre” del ritmo colombiano nos dieron una identidad particular en esta región violenta, amorosa, sensual, que sobrevive dividida caprichosa por la geografía política entre Guerrero y Oaxaca.
El fin de semana estuve en San Marcos y no pude dejar de pensar en el grupo que tanta fama ha dado a esta población y en donde ninguna piedra se edifica en su honor, ningún festival que lo recuerde y difunda su legado.
Fundamento inmaterial que se sigue conservando en las calles, en el mercado, en el transporte público, sin el apoyo de las autoridades de los tres órdenes de gobierno, sin la difusión de los grandes medios de comunicación, donde solo está la memoria popular documentada por la piratería y los deseos de bailar, cantar… y ganas de sentirte vivo y parte de este lugar que llevo en el corazón: Costa Chica mía.