Los conservas locales -una versión de la clase media acapulqueña excluida del estrecho círculo social de la oligarquía cevichera, aunque comparte sueños con ella siempre se queda con la menor parte- se da de topes contra la pared al ver que los gobiernos de Morena, con todos y sus limitaciones, siguen con la complacencia de la gente que votó desesperada por el cambio.

Y se dan de golpes, entierran las uñas, desesperados, por carecer de los espacios que les brindó la corrupción gubernamental en el pasado y ven con odio o rencor a sus pares, algunos noveles y viejos políticos, que siguen sus pasos indebidamente en la administración pública deseando estar ahí “donde hay” y donde estuvieron alguna vez. 

Ese es el fondo del rencor hacia la gente que lleva los destinos de la 4T en Acapulco o en todo el estado. No es asunto ideológico, no son discrepancias políticas, es la dolorosa exclusión del reparto del jugoso pastel de la corrupción, del adictivo trozo del dinero público. 

Entre unos y otros, morenistas o “conservas”, que gustan de la corrupción no hay mucha diferencia, el tema que los confronta, no son las convicciones políticas, la ideología, es la oportunidad precisa, exacta, de estar o no estar en donde se puedan substraer el dinero público.

A unos y otros les interesa el ejercicio cívico y pedagógico de la revocación de mando por diferentes razones.

A los conservas, aunque lo nieguen, si tuvieran mayoría, llamarían a sus pares a salir a votar para que se fuera el inquilino del Palacio Nacional. 

Pero saben que la consulta les es adversa y que los enterrará de la cosa pública al menos un sexenio más.

A los morenos de última generación les gusta el ejercicio convocado por el presidente AMLO porque les permite con facilidad hacer futurismo en terreno fértil preparado para la siembra por otros. Ellos solo están cosechando.

Se visualizan como el presidente de la República los ve como artífices de grandes movilizaciones producto de su trabajo político.

Estos oportunistas ignoran que el presidente y su equipo llevan puntual seguimiento de las preferencias políticas de una población concientizada y que va a salir a votar el próximo 10 de abril haya o no haya inducción por el acarreo o prácticas cuestionables que nos heredaron los que no se acaban de ir.

Sin embargo, conservas y morenistas de última hora, tienen coincidencias: mantenerse en el poder para tomar, aunque sea migajas de la corrupción.

Pero más allá, los conservas apuestan a que las cosas a los gobernantes de la 4T les vaya mal y que la ciudadanía manifieste su repudio en un voto contra el gobierno federal, ya sea en la consulta o en las próximas elecciones.

Pero los números no dicen otra cosa. Forbes presentó la encuesta de la empresa Poligrama que afirma que la popularidad del presidente nunca ha bajado del 60 por ciento y que hoy alcanzó su máxima aceptación con el 66.72 por ciento, logrando su mayor índice de popularidad.

Así que haga o diga la oposición, la 4T federal, va sobre caballo de Hacienda es la percepción de la mayoría de los mexicanos.

Lo que deben hacer los gobernantes de las entidades donde gobierna Morena , estados y municipios, es gobernar bien y no distraerse en ejercicios que competen a los partidos y la ciudadanía.

Y el estado de Guerrero, como el municipio de Acapulco, todo indica darán alta votación en pro de la consulta de revocación de mandato el domingo 10 de abril próximo, porque las dos mujeres que gobiernan aquí, Abelina y Evelyn, lo están haciendo bien. Nada más.