¡Política para Almita!
Este 2 de octubre, año del Covid 19, muy temprano abrí el chat y me encontré con una batería de interrogantes: Preguntas para papá, de una de sus dos hijas amadas.
Venían de mi hija menor, que nunca antes me había preguntado sobre el 2 de octubre del 68.
Alguna vez con mea culpa, hasta llegue a pensar que había preparado a seres humanos insensibles frente a la realidad social, económica y política del país.
Mis dos retoños fueron educadas en instituciones privadas en el puerto y en CDMX, y hoy son profesionales del Derecho Financiero y de la Medicina.
Aunque no las he considerado reaccionarias, conservadoras, persignadas, ni abanderan desviaciones ideológicas que se inculcan con frecuencia en las escuelas privadas chafas, tampoco me parecen revolucionarias, combativas feministas a lo radical chic.
Más bien las ubico en el centro, aunque sé que votaron por AMLO, y entre diálogos, debates familiares, todos concluimos que la 4T es lo mejor que le puede ocurrir al país y festejan mis agrestes comentarios contra el prianismo y los cristeros hipócritas del FRENAA.
Así que est mañana tuve que responderle, a mi joven médica lasallista, algunos pasajes que sus maestros de historia omitieron en su formación profesional.
Hice una apretada respuesta, muy ad hoc a la plataforma digital, a los siguientes interrogantes, además respondidos con mucho placer.
En varios globitos del chat me encontré con las siguientes preguntas: “¿Oye papi tú te acuerdas de cuando eras adolescente, de cómo estuvo lo de Tlatelolco?, ¿Cómo se manejaron las noticias? ¿Qué fue lo qué pasó?, ¿Por qué estaban en desacuerdo los estudiantes con el gobierno?, ¿Cuál fue la causa que hizo que los estudiantes se levantaran?, ¿Y por qué exactamente los mandaron a matar?, ¿Supongo que fue una orden del presidente?, ¿Dónde estabas tú?”.
Amor mío intentaré resumir el tema para el responder tus interrogantes. No me tocó vivirlo directamente porque era un niño. Estaba en sexto año de primaria, vivía y estudiaba en Puebla, en donde el movimiento tuvo bastante impacto. Apenas había llegado a esa ciudad pero veía pasar a los estudiantes con sus banderas rojas, negras, en camiones secuestrados. También era víctima de la televisión, aún en blanco y negro, que atacaba el movimiento estriándola y difundía la verdad del gobierno: “Los estudiantes eran comunistas que querían destruir al país”; casi decían que comían niños, que destruirían iglesias y llamaban al orden con la leyenda “Los ojos del mundo están puestos en México” con las fanfarrias olímpicas creadas por Carlos Jiménez Mabarak.
No estuve en el movimiento, pero años después lo viví por mis maestros de preparatoria y de la universidad, quienes habían participado. Fue un movimiento donde los jóvenes manifestaban sus ganas de participar en política.
Fue un movimiento juvenil en todo el mundo, en Francia, Alemania, en toda Europa y EU.
En Estados Unidos estaba el movimiento pro derechos civiles, el movimiento hippie del amor y paz y en contra de la guerra de Vietnam, el movimiento negro, el movimiento feminista, homosexual y de todos los grupos minoritarios que exigían respeto, derecho y participación.
En México se exigía fin de la dictablanda priísta, reforma política y acabar con los cuerpos policiacos represivos y muchas otras demandas.
El movimiento estudiantil coincidió con la Olimpiada en México y el gobierno para realizar los Juegos Olímpicos reprimió una manifestación en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre que dejó decenas de muertos. Diez días después, el 12 de octubre se inauguraron los Juegos Olímpicos México 68 como si no hubiera pasado nada. A lo mucho se recuerda a los atletas negros gringos levantando el puño izquierdo con guantes negros a lo Black Panter.
La respuesta violenta del gobierno era poner un hasta aquí a un movimiento que crecía y que podía terminar con el régimen autoritario que se vivía en el país.
Si se hacía una reforma política, como la que exigía el movimiento, y como se hizo 10 años después, era el fin del PRI, como lo fue 60 años después.
La llegada de AMLO al poder fue un logro de aquel movimiento: echar al prianismo del poder.
Los jóvenes de aquel tiempo, los adultos de ahora, eran una generación muy participativa y libertaria, eran la generación del rock y la minifalda, los cabellos largos en los hombres, el amor y paz, la droga, la libertad sexual.
Era una generación que se reveló contra la familia tradicional, adormecida con boleros de Los Panchos y telenovelas, por los noticieros únicos y desinformadores de Televisa.
Eso fue parte del contexto de lo que se conmemora hoy: 2 de octubre no se olvida. No sé por qué las manifestaciones del Zócalo del FRENAA me recuerdan a esa generación que aplaudió la matanza realizada por el Ejército y ordena por el presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Espero que haya respondido tus preguntas mi amor. Besos.
Fuente: Quadratín Guerrero