El costo de levantar la mano equivocada

 

Por: Misael Habana de los Santos

Primer Tiempo:

El futuro político dentro de Morena del empresario acapulqueño Luis Walton y de la excandidata al gobierno de Guerrero por el PRD, Bety Mojica, quedó cerrado desde el día en que le levantaron el brazo en señal de triunfo al conservador abanderado del PAN, Ricardo Anaya.
Después de esa señal, de ese mensaje, independientemente del currículum político de las dos figuras que tiene momentos importantes como aliados en las luchas por la transformación de Guerrero y del país, su suerte quedó marcada dentro de la militancia y de la dirigencia del partido vino tinto con aquello que se hizo un estigma y que marcara para siempre su destino: “son unos traidores”.
Así que lo declarado por el presidente de Morena, Mario Delgado, a la periodista Carmen Aristegui, de que la Comisión de Elecciones de Morena decidió excluir a las personas que quedaron en segundo y tercer lugar en la encuestas de diciembre para definir la gubernatura de Guerrero (Mojica y Walton) solo es una parte de la verdad verdadera sobre los últimos hechos que han conmovido a Guerreros y al país: el proceso electoral interno de un partido para elegir candidato al ejecutivo de uno de los estados más pobres del país.
(Entre paréntesis.  ¿Desde cuándo le había importado tanto al país entero, a los medios nacionales, a la opinocracia, el destino común de estos condenados de la tierra que habitan en este sur ámate de mar y montaña?).
Más allá del formato y los resultados de “la encuesta”, Luis y Bety, estaban excluidos desde antes que se aplicara este ejercicio demoscópico. Incluso, los morenistas fundadores de este partido, no los que se han sumado en los últimos dos años para ganar espacios y puestos de representación popular, vamos a llamarlos “los puros”, nunca vieron ni ven con buenos ojos la postulación de externos y menos aquellos que consideran apoyaron al “enemigo”.
Así que lo declarado por Mario Delgado es una media verdad. No se excluyó a Walton y a Bety por descalificar la encuesta y dar patadas contra la puerta. Fue porque desde el proceso electoral pasado para elegir presidente de la República ellos habían decidido apartarse de Morena.

Segundo tiempo:

En el último tramo de 2019 fui a la oficina de Luis Walton que se encuentra en un edificio de su propiedad en el que también funcionaban (y aún hoy están) dos empresas que eran de su propiedad, la televisora Sur Tv y el partido político color naranja, Movimiento Ciudadano.
También se encuentra en ese inmueble propiedad del exalcalde de Acapulco, una oficina de la Secretaría de Seguridad del ayuntamiento porteño donde se pagan infracciones y se emiten licencias de conducir que rentan a su dueño.
En una amplia oficina adornada con cuadros de pintores locales ubicada en el último piso del edificio despachaba el entonces aspirante a la candidatura de Morena.
Después de conversar sobre diversos temas que le encantan a Don Luis, además un gran conversador, con una amplia sonrisa se dirigió al periodista.
— Te voy a mostrar algo, pero prométeme que no vas a publicar nada. Solo para tu información.
Al aceptar el acuerdo abrió el cajón de su escritorio y me mostró una fotografía que guardaba en un sobre amarillo de papel en la que se le veía a él festivo junto al presidente Andrés Manuel López Obrador atrás de la silla presidencial en Palacio Nacional.
Sin mostrar demasiado asombro hacia lo que veía, la foto, me pareció una revelación de la cercanía del empresario con el líder de la 4T. Y que venía a ratificar con imágenes buena parte de la conversación, un monólogo waltoniano sobre poder y dinero, que había sido el tema a lo largo del encuentro.
— Es mi amigo y me dijo que voy a ser el gobernador de Guerrero.
Le pregunté algo más con un poco de malicia para dar contexto informativo mayor a la revelación.
— Ha pernoctado Andrés Manuel alguna vez en su residencia de Las Brisas.
— No, dijo. Marcelo (Ebrard) sí.
Tres días después de aquella reunión a la que había sido invitado por el presidente de acuerdo al confidente, la mencionada fotografía con el presidente comenzó a circular profusamente en medios cercanos al rico empresario acapulqueño.
Como alguien más filtró la foto y Walton no fue candidato decidí escribir esta nota.

Tiempo complementario:

Hacia un frío de la chingada. Eran los primeros días de diciembre de 2019, asistí a mi última conferencia mañanera de ese año al salón de la tesorería en Palacio Nacional.
Aún no se hablaba de Covid, ni era una amenaza, ni nada parecido. Hasta esa fecha los conservas le hacían lo que el viento a Juárez a la 4T.
Todavía en enero y febrero del 2020 asistí a las conferencias de AMLO hasta que la pandemia me exilió a este refugio tropical que es mi casa que mira el mar en Acapulco.
Pero como cantan los Ángeles Negros: Y Volveré al ritual. Hasta que me toque turno, hasta que esté vacunado.
Después de aquella conferencia decembrina alguien del primer círculo del presidente me dijo que quería hablar conmigo.
El presidente salió del salón. Como unos veinte minutos después una joven mujer se acercó y me llevó a una oficina cercana al salón, en el mismo piso de Palacio.
Saludos cordiales entre amigos. Y se vinieron las preguntas sobre lo que ocurría en Guerrero. Para finalizar el tema electoral.
— En Guerrero ya hay quien afirma que va a ser gobernador del estado porque es “muy amigo del presidente”. Incluso, él, Walton, hizo circular la foto con AMLO atrás de la silla presidencial.
— Los de acá no tomamos esa foto.
— Pues la foto es pública y está donde quiera.
— ¡Walton es un traidor! Espetó.
Desde ese momento supe que el empresario no sería el candidato a gobernador por Morena, incluso, en una entrevista para el noticiario Al Tanto Guerrero, le pregunté al ex alcalde con frialdad.
— Yo si lo veo como candidato al gobierno de Guerrero pero no por Morena. Lo veo por otro partido, por el PRI, por el PAN, por el PRD. ¡Pero no por Morena.

Walton negó mi afirmación y, mi vaticinio, en parte no se cumplió.