Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos

Cambiar la cultura política ciudadana y la de los actores políticos es algo mucho más complicado que cambiar de grupo político o partido. Incluso parece que no basta solo con cambiar el nombre del régimen para acceder a la democracia. Para transformar, es necesario transformarse, ser otro, diferente, distinto al pasado. Ahí radica la disonancia entre lo que se predica y lo que se hace.

Los rezagos, hábitos y costumbres de la vieja clase política se reproducen y conservan como una especie en peligro de extinción que se aferra a la supervivencia sin importar principios, modales o ética. El objetivo es garantizar la supervivencia.

Esta reflexión me la dejó lo que vi ayer en Chilpancingo cuando un poco menos de 10 mil ciudadanos se dieron cita para recibir a la Coordinadora Nacional de Morena, Claudia Sheinbaum. Muchos integrantes de esta masa se reunieron ahí por convicción, pero algunos lo hicieron por intereses personales y de grupo que les permitieran acceder a los recursos públicos para sus negocios privados. Y así, muerto el PRI, viva Morena y sus líderes que no han entendido lo que significa no mentir, no robar, no traicionar.

Políticos que han convertido el noble oficio de la política en un negocio que los ha enriquecido y los ha hecho poderosos dentro del  PRI, PRD y MC se dieron cita ayer para acercarse a Morena y Claudia Sheinbaum.

Olvidando unos y otros, tanto anfitriones como invitados, que también existen sumas que restan. Esta fauna es nociva para el proceso democrático y, al final del día, no buscan ninguna transformación como la propone el presidente AMLO. No buscan la igualdad y la justicia, que son banderas de la izquierda, sino que buscan el enriquecimiento y la supervivencia en la inmoralidad, ahora a través de Morena.

Y no solo sucede en Guerrero, también ha ocurrido en Oaxaca y en otras entidades, donde estos corruptos han infiltrado las filas del partido vino tinto para unirse a los grupos ciudadanos que apoyan a Claudia Sheinbaum y contaminar con sus prácticas políticas. ¿Qué buscan estos personajes del pasado en Morena? Respuesta fácil: robar, mentir y traicionar a la ciudadanía.

En aras de obtener votos, Morena tendrá que cargar con el desprestigio de estos impresentables, a quienes no quieren ni las bases de Morena, y mucho menos la ciudadanía que vota y votará por AMLO. ¿A dónde vamos a parar? Como diría Marco Antonio Solís, El Buki.

Segundo tiempo…

Claudia es una mujer que proviene de la academia, de una universidad verdadera donde se realiza investigación de calidad. Tiene obras publicadas y no pertenece a la cofradía de profesionales con títulos falsos y doctorados de mala calidad. Otro punto a su favor es que viene de la lucha de izquierda en la UNAM, la lucha contra la privatización de la educación y el sindicalismo universitario. Entonces, ¿quién no entiende esto en Guerrero?

Me invitaron a la conferencia de prensa, que llamaron eufemísticamente “mesa de diálogo” o algo así, junto con otros seis representantes de medios de comunicación. No quiero llamarlos periodistas, y mucho menos reporteros. Al menos 3 de los presentes, por su actividad cotidiana, merecen el título de periodistas.

Esto no es nada personal. Tengo respeto por quienes fueron invitados al encuentro con Sheinbaum, pero el reconocimiento como parte de la comunidad periodística se gana en el ejercicio cotidiano de informar, no por relaciones personales.

Una fuente bien informada me aseguró, y lo confirmé posteriormente, que algunos de los organizadores locales intentaron bloquear mi invitación argumentando que yo era muy crítico. Válgame Dios, ¿qué criterios periodísticos utiliza esta gente? Gracias a la coordinación nacional del equipo de Claudia en Guerrero pude estar presente en el intercambio con la representante de Morena y relacionarme con tan selecta comunidad periodística.

A punto de iniciar el evento y al ingresar a la sala del hotel Holiday Inn, sin internet ni wifi, Jesús Uriostegui me saludó y saludó a otros asistentes. Luego, lanzó una pregunta suelta, mirando sorprendido a algunos de los invitados: “¿Y dónde están los periodistas? ¿Dónde está El Sur, La Jornada, Televisa, Televisión Azteca…?” Los responsables del desaguisado guardaron silencio.

Después de la conferencia, en la que hice una pregunta sobre Ayotzinapa y al final pedí una moción para informar a Claudia Sheinbaum y a Mario Delgado sobre la macro obra que la federación está realizando en la Costa Chica, la carretera federal 200, pude confirmar que Jesús Uriostegui también apoyó mi asistencia a la conferencia.

Para una figura como Claudia Sheinbaum, acostumbrada al debate y la crítica, ponerle una prensa a modo no conduce a nada. Más que ayudarla, la perjudica. Desconozco los criterios que utilizaron los organizadores para limitar la conferencia a solo siete medios, de los cuales al menos tres tenían representatividad. Otros eran reporteros que trabajan para Comunicación Social del gobierno estatal, y algunos eran personas de la prensa que defendieron al viejo régimen.

Una conferencia de prensa con una candidata de izquierda debe ser diferente, abierta y con la presencia de medios de comunicación representativos, incluso con defensores del viejo régimen cerca del gobierno actual. Cambiar de camiseta no cambia la esencia. No se puede crear un quórum con amigos que periodísticamente no representan nada. La apertura de Morena a políticos corruptos del pasado parece indicar que no hay una verdadera transformación democrática ni en la vida política ni en la comunicación.