Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos

Preludio

Javier Saldaña Almazán es “sierreño” y bajó de ahí hace algunos años para estudiar en la UAGro.
Pocos años después, tenía prisa por gobernar, como decía un prócer priista que hoy se encuentra en el museo del olvido. Toma con firmeza las riendas de la Universidad Autónoma de Guerrero, como lo hace regularmente con algunos de sus caballos que se encuentran en su rancho de Santa Bárbara.

Fue electo para dos periodos, –  uno de ellos lo dejó inconcluso – y gobernó durante 7 años la universidad que era ninguneada por el Estado y sus dirigentes. Alguna vez, Jesús Reyes Heroles le llamó “la autóctona de Guerrero”; Carlos Monsiváis la consideró “una secundariota”.

Y ya arriba del caballo, ni los sindicatos, ni la oposición lo pararon. Fue la inesperada enfermedad y la pandemia del COVID los que impidieron la conclusión de un tercer periodo al frente de la llamada máxima casa de estudios en Guerrero.

Todo esta relatoría viene al caso porque esta mañana en el Foro Mundo Imperial, referente cultural de la oligarquía cevichera, Saldaña Almazán, el hijo pródigo de los pueblos Santos, nacido en Santa Rosa, inicia su tercer periodo al frente de la UAGro, que para algunos universitarios opositores es la prolongación de una especie de maximato pozolero que otros adjetivizan como el Saldañato.

Y hoy Saldaña vuelve a su territorio natural, la vida política universitaria local, para otros a su feudo, para los más, su estructura electoral desde la que ha venido construyendo sus aspiraciones que caminan recio hacia la meta, gobernar el estado de Guerrero.

Un Saldañato de siete años y los que vienen en los que la UAGro, hay que reconocer, ha dejado el desván de la muñeca fea para ser visibilizada por sus pares; dejó de ser la institución radical, autónoma, peleada con el poder y el Estado, y se convirtió en aliado; después de ser agobiada y perseguida por el gobierno central y el viejo régimen por sus posiciones políticas e ideológicas, hoy es consentida con el presupuesto que se maneja con la libertad que da el escudo de la Autonomía.

Y en conclusión de este capítulo se puede afirmar que la institución que ha construido Saldaña nada tiene que ver con la llamada Universidad Pueblo que dirigió la vieja izquierda. Una orquesta interpreta música alejada de cualquier connotación política nada que ver con los tiempos de lucha y de La Internacional.

Se corre el telón.

La maquinaria de relaciones públicas encargada del evento funciona a la perfección. Poca gente de pie y sin asiento para tantos invitados. La ceremonia y su protocolo me recuerdan a los eventos de los gobernantes cuando el defenestrado PRI tenía el poder.

Bueno, hasta hubo reglas de etiqueta. En la vieja UAGro, esto hubiera sido un atentado de la burguesía al proletariado intelectual que hacía la revolución. El protocolo fue rechazado por algunos.

En el área del salón de Mundo Imperial, hubo de todo como si se fuera a una gran fiesta. Todos con sus mejores prendas.

Predominaron “las buchonas”. Cada director de escuela caminó al lado de algunas de ellas, y se confirma que la subcultura narco de la silicona y el bisturí estético ha infiltrado tristemente a la Universidad. Ojalá que nunca sea considerado como puntos curriculares para el escalafón o el ingreso.

Para ayudarnos un poco, tanto usted, apreciado lector, como este atrabancado cronista, habría que conceptualizar a esta masa de fibras y tendones. Para ello, acudiré a esa especie de encíclica del obispo emérito de Chilpancingo Salvador Rangel Mendoza presente en el evento, dirigida a su pueblo sobre los valores morales que deben prevalecer entre los guerrerenses cristianos que sobreviven día a día la guerra del narco.

 

Quién mejor que el prelado que después de bajar al infierno de la delincuencia, acompañado por los ardillos, se atrevió a relacionar a personajes políticos de distintos partidos, por cierto aquí presentes, con la delincuencia organizada que agobia a los guerrerenses.

Todos los personajes citados por el prelado estuvieron aquí en la toma de posesión de Javier Saldaña Almazán como rector de la UAGro. Y también el arzobispo saludó y convivió con esta clase política que de acuerdo a su metodología declarativa se ubica en algún punto de la nomenclatura del narco guerrerense: tlacos, ardillos, rojos, etc. Estuvieron todos, los representantes de todos los poderes, ex gobernadores, presidentes municipales, diputados, políticos, empresarios y aristocracia universitaria.

Rangel Mendoza al lado de la clase política que gobierna en un estado que él considera con “vacío de poder”, con presidentes municipales y diputados impuestos por los grupos delincuenciales. Eso había dicho, hoy convive con ellos.

La ceremonia

Quién hoy inicia en la UAGro su tercer periodo como rector es una especie de delfín, inteligente, escurridizo.

Desde hace años ha venido coqueteando con todos los partidos políticos y con todos los grupos políticos en la entidad. Antier con el PAN, luego con el PRD, después con el PRI, hoy con Morena. A todos les ha pasado el dedo por la boca y aquí lo vemos firme tras la curul del senado.

La presencia de esta diversidad política y social en la ceremonia con la que inicia un nuevo periodo de gobierno en la UAGRO no solo es la sustentación de lo que los opositores llaman el maximato, sino también es la confirmación de un nuevo liderazgo en Guerrero que rebasa a los partidos políticos y con mucho trabajo, como se dice en una palabra de moda, en territorio.