Misael Habana de los Santos.
Gobernar estados y municipios en nombre de la 4T tiene una responsabilidad social y política sin precedentes.
Fallar en esta coyuntura al pueblo que los llevó al poder, además de una traición, es un fracaso que juzgará con severidad la historia.
No bajar y aplicar en tierra los principios filosóficos de la 4T, y quedarse en la repetición de frases huecas sin ningún vínculo con la realidad, no es más que demagogia que puede pasar “por verdad” durante un tiempo, pero no alcanza para tres años, para seis, mucho menos frente a la historia.
No se puede vender un producto, un engaño, que promete determinadas propiedades que no tiene. No se puede engañar todo el tiempo.
La reflexión anterior la provocaron los diversos festejos organizados en el estado de Guerrero, en los municipios gobernados por la 4T, y comparados —¿habrá otro referente?— con la macrocelebración de la noche del 15 de septiembre en el zócalo de la CDMX, cargada de símbolos, de realidades de que el país está vivo, en movimiento y en plena transformación. Fue la ratificación de que la transformación prometida por el presidente AMLO no solo pasa por lo económico y lo político, sino que transita por el tejido social a través de la educación y la cultura.
Todo el pensamiento filosófico de este gobierno quedó plasmado en casi tres horas con expresiones que muestran la construcción de la nueva ciudadanía, la búsqueda de la emancipación de las mujeres, se habló la lengua de los pueblos, se exaltó la riqueza lingüística, se mostró la búsqueda de la igualdad entre la gente de todos los pueblos que conforman la nación mexicana.
En cambio acá en Chilpancingo y Acapulco, más de lo mismo, el folclorismo antes que la cultura, demostrando in situ que no hay transformación en lo sustancial y que el espectáculo banal, el disfrazarse con el estereotipo de la mexicanidad según Televisa por unas horas, solo reúne a la gente para el desmadre, para la distracción fugaz de la dura cotidianeidad de la violencia.
Y que los organizadores, los representantes populares de los gobiernos de la 4T, al programar estos eventos, no tienen la conciencia social ni política suficiente para entender la coyuntura histórica que se vive en el país y conmemoran la independencia nacional —leitmotiv de la 4T— (tan determinante en estos días en los que a contracorriente los medios masivos que poseen el oligopolio cultural con el que han educado al país en los últimos 90 años), los gobiernos locales reproducen el modelo de control y dominación bajo otro signo político.
¿Qué significado político tiene la presencia en la plaza pública de “artistas” como Margarita, Mimoso, Elefante y “Cuita” Vega en las fiestas de la Independencia en el Estado de Guerrero? La ratificación de que el campo cultural y educativo con la 4T sigue tan desértico e improductivo para la transformación, pero sí para el control electoral de los grupos internos de Morena, como cuando gobernaban los caciques priistas.
Y como cantan Los Cadetes de Linares “Ya, ya la fuente se secó/El canario ya murió, pero aquí no hay novedad/No, no te preocupes por mí/Aquí todo sigue igual como cuando estaba…” el PRI.”