Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos.

Una histórica obra que marcará nuestro desarrollo construye el gobierno federal en Costa Chica: la ampliación de la carretera federal 200. 

Ahí va atravesando arroyos, ríos y muchas a veces contra intereses de políticos de los caciques priistas tradicionales que quieren una parte del dinero público dirigido a pagar derechos de vías de algunos propietarios afectados por la obra.

Es el caso del político ometepequense, Juventino Rodríguez, y que según denuncia de constructores que participan en la magna obra, este personaje de la picaresca costachiquense, con chicanadas legales y levantando la bandera agrarista ha venido organizando entre reales y supuestos afectados de varias poblaciones, entre ellos, Copala, Cruz Grande, Las Peñas, Jalapa y Ojo de Agua, para sacarle provecho personal y también para detener la ampliación de la carretera que se podría realizar en menos tiempo.

Estas triquiñuelas “legales”’, amparos y más en busca del beneficio personal y la obtención de dinero público, es condenado por empresarios y gente de buena voluntad que ven en la obra del gobierno de la 4T un pivote para el desarrollo de esta región tradicionalmente dominada por caciques, priistas, narcotraficantes o viceversa.

Este movimiento en contra de la ampliación solo retrasa la conclusión de los trabajos de remodelación que realizan casi una decena de empresas privadas provenientes de Puebla, Hidalgo, CDMX y de Guerrero. Insisto solo retrasan la obra porque la federación les ganará las batallas legales, y además el asesor “triquiñuelas” y sus seguidores sufrirán una derrota moral pues quedarán ante los costachiquense como los que se opusieron al progreso de una gran colectividad de oaxaqueños y guerrerenses.

Esta obra es uno de los compromisos asumidos por el expresidente Enrique Peña Nieto en su discurso al tomar el poder después del fraude electoral que lo puso en la silla presidencial, y que para legitimarse, entre otras acciones de un programa, anunció un plan carretero y autopistas a lo largo y ancho del país.  

La carretera federal 200 estaba en el programa de obras del presidente impuesto por los intereses del empresariado y de las televisoras.

Sin embargo, el proyecto de ampliación no avanzó un centímetro más de donde lo dejó el otro presidente que le declaró la guerra al narco (Felipe del Sagrado Corazón de Jesús). 

Y la promesa de Peña Nieto no se concretó, los gobernadores de Guerrero en turno tampoco levantaron la voz contra esta burla y este engaño.

A pocos meses de haber iniciado su mandato le pregunté al presidente AMLO sobre esta vía federal, escueto, me respondió “yo la voy a terminar” como un compromiso con los pueblos negros e indios de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca.

Pasaron los meses de gobierno de la 4T y la obra seguía igual. En una conferencia realizada en la Base Naval de Icacos le volví a preguntar e insistir al Ejecutivo Federal y su respuesta fue: “antes de que concluya mi gobierno la ampliación llegará al menos a la frontera con Oaxaca”.

Tiempo después, en una gira por la Costa Chica, ahí en Cuanicuilapa —tierra golpeada por el cacicazgo y la violencia del narco— AMLO reiteró su compromiso de ampliación de la carretera federal 200.

El anunció fue celebrado por la negrada, por los indios, los diablos y la picardía de La Minga que transmitió su erotismo al presidente AMLO, al gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo y al director nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes.