Misael Habana de los Santos

Morena no es el PRI. Lo qué hay en ese partido es cada vez más dirigentes con una cultura priista que se expresa en acciones más parecidas al pasado tricolor que al presente de la izquierda mexicana que aún tiene esperanzas en el futuro de un México mejor y diferente.

No son priístas los grupos humanos que caminan festivos hacia el Jardín Sur del Centro de Convenciones. No, no lo son. Es más, a estos militantes morenistas el priismo les repugna.

Pero al ingresar al jardín donde en unas horas estará una de las corcholatas presidenciales, la ex jefa de gobierno de la CDMX Claudia Sheinbaum Pardo, los morenistas traídos al mitin, pasan listos, les dan tacos en platos de unicel, les dan agua embotellada — ¿y con estos calores quién puede esperar tanto bajo una carpa de plástico más caliente que el sol?—, y se reportan con sus líderes que llevan estricto control. No son priístas, son morenista que rechazan con virulencia el pasado cuando su líder en el podium habla en contra de la corrupción y el saqueo de los recursos públicos.

Pero muchos líderes presentes en tránsito al morenismo están aquí para dejarse ver, para saludar a la Sheinbaum, a Félix Salgado, y abrir la posibilidad al futuro del dinero público para no quedar fuera de los usos y costumbres de la cultura tricolor que los encumbró.

II
Una mancha de autobuses urbanos y foráneos fueron plantados la mañana del miércoles sobre la costera y calles aledañas del semi destruído Centros de Convenciones, hoy en disputa por los intereses de la medicina privada.

El tráfico que viene de La Diana a la Base y viceversa es pesado, imposible, lento y amargo animal reumático.

Cuerdas, ríos de gente entran al jardín para participar en el rito que reunirá a miles, aunque no se cumplieron las expectativas de los organizadores.

Ya bajo el toldo gigante se ven miles de simpatizantes acalorados que disputan un espectáculo que nada tiene que ver con la cultura de la izquierda y mucho con los eventos carperos: bailarinas y bailarines de coreografías de cabaret que recuerdan al Acapulco del afro casino.

Hasta uno de los maestros de ceremonia se atrevió a decir “ ¿Dónde está la gente bonita?”.

Sí, un 28 de junio. Sí, en un día de aniversario de la matanza de campesinos en Aguas Blancas. El desmemoriado o enajenado maestro de ceremonias no tuvo un momento para recordar una efeméride fundamental en la historia de la izquierda guerrerense, pero sí para gritar los clichés de los animadores de bailes populares en un mitin de quien probablemente dirija los destinos de este país cuando el presidente AMLO se vaya a su rancho a Tabasco.

III
Antes de que llegue Claudia acompañada de Félix al Jardín Sur, por allí ya pueden verse a miembros de la corriente “izquierda histórica”: el ex gobernador Rogelio Ortega, su ex secretario de finanzas, Eliseo Moyao y Emilio Ulloa. También allí anda Marco Antonio Suástegui del Cecop.

En primera fila la diputada Bety Mojica al lado del rector electo de la UAGro, Javier Saldaña que fue el ganón del evento. Saldaña desayunó con Claudia y con Félix, con quien parece ya haber limado asperezas y hasta colocó como único orador en el mitin a un joven gay universitario y representante de la comunidad LGBT que, por supuesto, exaltó el trabajo de su jefe político.

Otra ganona fue Tere Mojica que encabezó a un grupo de bailarinas afros, Disney región IV, las que hicieron un ritual dizque tradicional de la Costa Chica que ofrendaron a Claudia.

Las negras costachiquenses no bailan con tambores africanos, mueven el cuerpo y la cadera con Mar Azul, Los Cumbieros, El Compa Sebas o ya muy actuales con LSD , digo, con LDS.

Esto le valió a Tere y delegación afro ocupar el templete junto a Salgado Macedonio, el defenestrado jefe de la oficina de la gobernadora, Jesús Urióstegui y el delegado de la Sheinbaum en Guerrero, Héctor García Nieto.

Abajo, en la sección VIP se vio a diputados, como Rosario Merlín, Yoloczin Domínguez, entre ellos, al alicaído diputado morenista ahora de nuevo verde Jacko Badillo, que ya dejó las playeras del Ché, los guaraches calentamos para volver al pullover “jálalo que es pargo” y a las exclusivas zapatillas Puma. Y un mundo desconocido de oportunistas, sin historia ni tradición en la izquierda.

IV
Pantalón de mezclilla ajustado, una blusa morada artesanal, una pulsera del arcoíris, casi nada de maquillaje, afónica, Claudia Sheinbaum, dijo que ha llegado la hora de las mujeres y que una puede ser presidenta de la República. ¿Es Claudia la vencedora en una contienda entre mujeres? La gente le gritó muchas veces: ¡Presidenta!