Por: Misael Habana de los Santos.
Me gusta la polémica y, en los círculos por donde ando, he escuchado mucho debate. Cuando es de altura, me involucro; si no, le doy media vuelta y, como canta Javier Solís, “me voy como el sol cuando llega la tarde”.
Hoy platicaba con un amigo argentino que me encontré en el 100 por Ciento Natural en Las Hamacas, un hermoso lugar donde navegas, estando varado, sobre el mar. Este establecimiento se está ampliando en el tramo que va de la playa hacia la banqueta de la Avenida Costera y hacia lo largo rumbo al mal llamado Parque de la Reina, imagino que con la supervisión de las autoridades de la SEMARNAT. Decía que tomé café ahí con él y con su acompañante, un condómino vecino del área de Condesa.
Desayuné con ellos y, ustedes saben, en Argentina, además de futbolistas, hay vacas, pobres y muchos psicólogos; la mayor población de estos profesionales en el mundo vive ahí, tal vez por el exaltado ego de estos hijos de Martín Fierro. Ustedes saben también que, después de las frecuentes dictaduras que han tenido, volvieron al gobierno los peronistas, que los conservadores tildan de populistas. Ellos provocaron parte del desastre económico previamente existente al oponerse al crudo neoliberalismo implementado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El desencanto de las clases medias y sectores altos de la sociedad, siempre viajeros, siempre migrantes, votaron por esta especie de papa troglodita de la ortodoxia conservadora conocido como El Loco Milei. Para salvar a Argentina de los zurdos, está implementando medidas económicas que nosotros ya vivimos en carne propia en años pasados con los gobiernos de La Madrid, de Salinas, de Zedillo, medidas económicas recomendadas por el FMI, la casi extinción del estado, que encadenarán al capital por muchos años a varias generaciones de los paisanos del papa Francisco.
Argentina acaba de ser “salvada”, sí, entre comillas, por el Fondo Monetario Internacional, con un préstamo que a fin de cuentas los va a amarrar de por vida y va a seguir sometiendo al pueblo gaucho al proyecto económico neoliberal salvaje que, como un fantasma, recorre el mundo.
También allá hay grupos conservadores bastante rabiosos, bastante enojados con las medidas que tomaron los gobiernos populistas de Macri y los gobiernos peronistas. Implementaron programas sociales, trataron de ayudar al desarrollo de los grupos más desprotegidos, porque en Argentina hay mucha pobreza, un tipo de pobreza diferente que en México, pero hay pobres y muchos.
Se han creado programas sociales allá, pero con el enojo de los grupos conservadores, que se oponen con el mismo discurso que oímos aquí: ¿para qué darle dinero a estudiantes si son flojos? ¿Por qué gastar el dinero de los que pagan impuestos en esto? Ya conocemos los argumentos de los conservadores anti 4T.
Ellos dicen que pagan impuestos, yo corrijo: “algunos empiezan a pagar impuestos”. Algunos con responsabilidad ciudadana, otros a empujones y otros en franca rebeldía. Las grandes empresas, como las de Ricardo Salinas Pliego, se oponen a dejar la comodidad del aire acondicionado de esta especie de paraíso fiscal del capitalismo de cuates que les brindó el PRIAN.
El argumento de estos grupos, sin entender la función del estado de bienestar, es por qué dar apoyo económico a la gente pobre, a las mujeres, a los estudiantes, a los campesinos, a los adultos mayores, a las madres solteras, cuando este dinero se podría dirigir a la acumulación, a los privilegios de unos pocos. Claro, esto no lo dicen así, como tampoco llaman por su nombre a la corrupción.
¿A dónde voy? Voy a concluir en lo siguiente: hoy me acabo de informar de que la deserción escolar en los dos últimos años a nivel preparatoria, a nivel medio superior y en otros niveles, ha disminuido considerablemente, como 5 puntos. Antes, la deserción escolar de este nivel (bachillerato) era de 14.5%, ahora ha bajado a 9%, se ha bajado como 5 puntos, lo cual es significativo. ¿Y ustedes no se preguntan gracias a qué ha disminuido la deserción escolar? Pues gracias a los programas sociales. Es que los chavos ya no tienen que dejar la escuela para irse a trabajar, para prever ante la carestía, la falta de dinero para sostener sus estudios, tenían que ir a trabajar, ahora ya no.
Hipotéticamente, lo que está funcionando son los programas sociales, las becas, el apoyo económico que tienen los jóvenes.
Ojalá que muy pronto los programas sociales repercutan positivamente sobre los índices de violencia. También esperamos que el dinero público se maneje con honestidad, sobre todo, por los gobiernos locales. La honestidad y la transparencia en el manejo de los recursos públicos permitirán avanzar con mayor aceleración hacia el llamado estado de bienestar, que los conservadores con sorna llaman un gobierno parecido a Dinamarca.