● Cumple 41 años el Instituto Guerrerense de la Cultura, hoy Secultura
● Los comerciantes invasores mantienen a raya al gobierno estatal
●Fue desechado el plan para levantar un cuartel de la Guardia Nacional
Por: Carlos Ortiz Moreno
Con la aparente inamovible mancha causada por la invasión de un grupo de comerciantes ante la nimia posición por recuperar el espacio en Acapulco, en un terreno cedido con condiciones expresas, este 20 de abril se cumplen 41 años de la creación de lo que hoy es la Secretaría de Cultura.
Un día como hoy de 1983, el gobierno del exgobernador Alejandro Cervantes Delgado creó el Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC) como organismo público descentralizado (OPD), con personalidad jurídica y patrimonio propio. Firmó el decreto número 438 para tal fin.
La historia de la dependencia establece que el 26 de abril de 1988, el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu expide la Ley de Fomento a la Cultura que convierte al IGC en un organismo administrativo desconcentrado (OAD), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del estado.
Hasta el 15 de octubre de 1999, el exgobernador René Juárez Cisneros retoma el carácter original del IGC como organismo público descentralizado (OPD). Después, en 2012, el gobierno de Ángel Aguirre Rivero la convirtió en la Secretaría de Cultura. El gobierno de Héctor Astudillo Flores la reconvirtió como Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero, tal y como permanece hasta hoy.
Pero ninguna autoridad cultural, cuyos directivos parecen estar más comprometidos con los arranques de campaña en todos los municipios de Guerrero del partido en el poder, tuvo un ligero momento de recuerdo para la efeméride.
Lo peor es que el Centro Cultural Acapulco (antes Casa de la Cultura de Acapulco) sigue sumido en un estado de abandono, con una reconstrucción lenta, sin que se conozca públicamente el proyecto de lo que se hará en el sitio y, todavía, con la invasión de comerciantes que retomaron fuerza de su ilegal estancia en el sitio.
Nadie duda que uno de sus principales activos físicos de la hoy Secretaría de Cultura de Guerrero es, sin duda, la Casa de la Cultura de Acapulco llamado ahora Centro Cultural Acapulco, en donde ha aflorado el importapoquismo oficial del que se desprende un abandono, incluso antes del devastador impacto del huracán Otis en sus instalaciones.
Por mucho tiempo antes del huracán de los últimos días de octubre, el Centro Cultural Acapulco se había convertido en la cueva de las desgracias. La historia reciente del lugar dibujaba sus patios llenos de basura, los baños inservibles y sin agua, residuos de árboles cortados tirados en el estacionamiento y por la noche era una boca de lobo, idónea para que cualquier malandrín la usara como refugio.
El huracán Otis vino a causar un daño terrible a las instalaciones exteriores, específicamente a la flora que rodea las casonas estilo polinesio de cuatro caídas de agua. Los días posteriores al golpe del meteoro, donde imperó el abandono de esas instalaciones, fueron aprovechados para el saqueo de las instalaciones del gobierno del Estado.
Se robaron aparatos de aire acondicionado de dos toneladas, piezas de arte que se encontraban en las galerías y desaparecieron muchas instalaciones eléctricas hidrosanitarias y rejas soldadas. Nadie supo quién o quiénes cometieron los hurtos.
Luego, el gobierno federal a través de la Secretaría de la Defensa Nacional intentó apropiarse de una parte de las instalaciones para edificar una especie de cuartel para la Guardia Nacional.
Todo se vino al traste cuando fueron exhibidos los documentos legales que determinan que esa propiedad es privada y que fue cedida en un plazo perentorio bajo ciertas condiciones al gobierno estatal por lo que nadie puede modificar sus instalaciones.
Sin embargo, tres de las siete familias que iniciaron la invasión de la entonces Casa de la Cultura de Acapulco siguen estando presentes en el lugar donde estaba planeada una biblioteca física y virtual de Educal, una entidad paraestatal sectorizada en la Secretaria de Cultura del gobierno federal con autonomía para desempeñar funciones como un organismo privado y así generar utilidades propias.
Impávidas ante cualquier reclamo social de ser desalojados, las familias de comerciantes que insisten en ponerse un disfraz de artesanos ni sudan ni se acongojan. La serie de eventos coyunturales que han sucedido en el actual gobierno aparentemente han impedido la actuación legal para quitarlos de un sitio que no les corresponde.
Aída Melina Martínez Rebolledo, actual titular de la Secretaría de Cultura, tras la controversia por la construcción del cuartel para la Guardia Nacional militar y la exigencia de desalojar a los comerciantes de ese lugar solamente se lavó las manos en el tema y dijo que las acciones legales de desalojo corresponden a la Secretaría General de Gobierno.
Con los múltiples problemas ocurridos con los normalistas de Ayotzinapa que originaron la salida del anterior titular de la dependencia, el problema legal de la invasión del Centro Cultural Acapulco sigue estancado ya que esa dependencia ni siquiera cuenta con un titular oficial y solamente hay una encargada del despacho.
A 41 años de distancia, el viejo Instituto Guerrerense de la Cultura (hoy Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero) espera que alguien, dentro del gobierno o en las diversas organizaciones ciudadanas dedicadas a la cultura, se interese en resolver realmente ese problema.