Misael Habana de los Santos

Misael Habana de los Santos

 

Aquí en la catedral de la Asunción de María en Chilpancingo, varios sexenios después, que cubren periodos de gobiernos que van de la derecha a la izquierda, al plantarme en este sacro lugar confirmo que poco ha cambiado esta almidonada ceremonia con los mismos rituales, en el mismo lugar y con la misma gente.

 

La Patria o María, sepa usted lo que el pintor quiso decir, aunque sus trazos que forman símbolos laicos en el cuadro central que ocupa el lugar del santísimo desplazando a la mismísima patrona que tiene el derecho de piso de siempre, se puede ver el icono de una mujer, como un ángel de la guarda, que abraza a un Morelos que levanta un documento blanco, una hoja de papel bond tamaño oficio, que se supone es el acta constitutiva de los Sentimientos de la Nación.

 

Nuestra primera “Constitución”, la fundación del Estado Nacional, el reconocimiento de la existencia de un territorio llamado México, nuestros mitos laicos que imitan a los milagros que hacen los santos, nuestro pasado más celebrado por este nacionalismo casi religioso enseñado en la escuela pública, expresiones distantes, a años luz de la mexicanidad actual que tiene como narrativa al corrido tumbado como apología de la narco cultura de nuestra nueva identidad nacional que nace, crece, se reproduce y no muere, solo se transforma. Y que tiene como voceros a Peso Pluma o Yarithza y su Ausencia, de prudencia.

 

El documento en cuestión conmemorado por el Congreso de Guerrero y la actual 63 Legislatura tenía 23 puntos que era la esencia de la lucha por la independencia, exaltaba la libertad, la disolución del gobierno central y la creación de los tres poderes, entre otros.

 

La promulgación del discurso de apertura del Congreso del Anáhuac, realizada el 14 de septiembre de 1813, fue un documento inédito, cuyas ideas estaban influenciadas directamente por los ideales emanados de la Revolución Francesa que tuvo un impacto avasallante en el mundo intelectual del llamado nuevo mundo.

 

Nada que ver el academismo de aquellos años con la cultura de los actuales diputados más dados a vivir su mandato desde las redes sociales, el Tik tok, la moda, los faciales, las joyas, las fragancias, la belleza homogeneizada a través del bisturí y su rechazo manifiesto, evidente en su lenguaje de actores de televisión, a los libros y a la literatura.

 

Son las 6:11 de la tarde, inicia el corsé del protocolo que dicta la ley. Un protocolo acartonado diseñado en los tiempos de la dictadura priista, me parece que en tiempos del primer gobierno de Ángel Aguirre y obsoleto para los tiempos de la 4T, chilanga, but off course.

 

Pero la ceremonia vigente y protocolaria de acuerdo a la ley es como una misa laica de gūeva donde se llega a pedir oraciones a nuestros héroes a través de los miembros de esta legislativa tan sui generis. Con 35 diputados se declara el quórum y se instala la sesión pública y solemne para conmemoración.

 

Muchos palabras para tan pocos discursos. Muchos lugares comunes para una prosa arcaica que recuerda a las fiestas pueblerinas y sus juegos florales, un nacionalismo de cartón, cojo, distante, de lo que ocurre en el centro del país.

 

También alejado de lo que ocurre a fuera de la catedral sitiada con el argumento de la seguridad. Hasta en la sala de prensa hay Guardia Nacional.

 

Palabras, palabras engarzadas que brillan como las joyas que cuelgan en los pendientes y collares que los representantes de los Poderes locales.

 

La presea Sentimientos de La Nación fundada en 1997 ha sido llevada y traída de acuerdo a los intereses políticos e ideológicos de los diputados de cada legislatura.

 

Así hemos visto que la han recibido politicos aclamados y desprestigiados, escritores brillantes, personajes extranjeros distinguidos, estudiantes sin currículum, líderes sociales de izquierda, priistas creadores del fraude, etc.

 

Todo esto ha abollado a la presea. Algunos galardonados: Evo Morales, Hortencia Busi de Allende, Elena Poniatowska, y hasta unos estudiantes del Conalep para oponerse a una propuesta de la izquierda. Así la historia de esta corcholata.

 

En este año fue otorgado a una mujer guerrerense militante del Partido Comunista Mexicano que participó en toda la historia de la post revolución luchando contra la dictadura civil instaurada por el partido único.

 

Aquí la razón por lo que Benita Galeana no había sido reconocida por las instituciones guerrerenses y las legislaturas tricolores hegemónicas: su militancia comunista, feminista y anti priista.

 

Esta noche la legislatura nunero 63 le entregó la presea Sentimientos de la Nación post mortem a la comunistas de Costa Grande que luchó al lado de Demetrio Vallejo y Valentin Campa contra el priiato.

 

En su contraparte, este mismo día en un espacio público, sin guaruras, sin glamour oligarca que tanto gusta a los políticos locales, las organizaciones populares entregaron post mortem la presea Sentimientos del Pueblo a dos guerrerenses ilustres: Lucio Cabañas Barrientos y Ranferi Hernández Acevedo.

 

Adentro de la catedral unas 500 personas atestiguaron la ceremonia.

Políticos de todos los partidos, la misma gente que ha usurpado y mantiene el poder desde siempre y que como verdaderos dinosaurios han atravesado el estrecho de Bering de la geometría política, de administraciones de otros colores, huyendo de glaciaciones mortales, para ubicarse en mejores climas que permitan el usufructo del dinero público. Ahí están, esos son, esposados, con migas, se saludan de besitos con el nuevo grupo en el poder.

 

Y ya instalada la Soberanía legislativa bajo la cúpula del templo se inician los festejos de la Independencia, pero la independencia de los poderes con la ciudadanía, de la distancia entre clase política y el pueblo lejano de la celebración secuestrada por la inseguridad.

 

Y es qué hay mucha, mucha gente de “seguridad” en la plaza: guardia nacional, policías del estado. Vigilando, vigilantes. La gente al toparlos les da la vuelta.

 

La catedral cercada por vallas metálicas desde varias cuadras alrededor. Un enjambre de civiles armados, hombres de corpulencia destacada con armas cortas y largas, pertrechados en distintos puntos alrededor del templo.

“Guarros”, “guaruras” cuidando a sus “jefes” a sus “patrones”.

 

Para ingresar al recinto camino varias calles y llegó al acceso equivocado:

— Aquí no es. Tu traes invitación. Entra por la calle de las aguas frescas, me dice un compa reportero y agrega “pero dile a estos carevergas haber si te dejan entrar por aquí”.

 

Le pedí con amabilidad a los señores de seguridad que me permitieran entrar, pero les valió sombrilla y tuve que caminar tres cuadras más para bordear las vallas metálicas y entrar, codearme, estar cerca del grupo político y económico, de la nueva oligarquía en el poder en el estado de Guerrero.

 

Mi amigo, el reportero, tiene razón, los de seguridad hacen honor al adjetivo popularizado por un influencer acapulqueño tan solo para aislar mucho más a la clase política guerrerenses en el poder de la población.