Misael Habana de los Santos.

No conozco la estadística pero de los 20 millones de turistas anuales que recibe Amsterdam estoy seguro que la gran mayoría son atraídos por el morbo que ha construido afanosamente la industria del sexo y la droga en esta hermosa ciudad del siglo XVII, tasajeada por canales, museos con Rembrands y Van Goth, edificios inclinados, torres de cristal futuristas y casas tradicionales con techos de dos aguas.

Porque si bien es cierto que para entrar al museo que guarda la historia y la obra de unos de los pintores flamencos más importantes de Países Bajos se encuentra vendido con varias semanas de antelación y un gran público también recorre la infraestructura cultural que se encuentra a su alrededor, la presencia de visitantes aquí en nada se compara a las hordas que atiborran calles y callejones donde se encuentran las vitrinas con chicas en lencería que le han dado fama al Barrio Rojo de esta ciudad y que con seguridad, tras el cristal y el neón, guardan algún triste episodio de la tragedia mundial de la trata moderna.

La ciudad de los canales que tiene una población que no supera el millón de habitantes, recibe alrededor de 20 millones de turistas al año que a su paso dejan por doquier el olor que caracteriza al centro de la ciudad, el perfume de la mariguana y el inconfundible tufo a amoníaco de la orina.

¿Y qué chingaos es un coffeshop? Para los no iniciados, es un establecimiento con licencia donde se puede comprar y consumir legalmente hachís y marihuana. El cannabis en los coffeshops se suele fumar en forma de churros que se pueden comprar preenvasados o se puede comprar la sustancia en gramos.

Se pueden encontrar cigarrillos desde 5 euros, aproximadamente 100 pesos, y de ahí hasta donde alcance la cartera o el buen/mal gusto del consumidor.

El primer establecimiento fue el Mellow Yellow que se fundó en 1972, actualmente hay 350 a lo largo y ancho del pequeño territorio holandés.

Además como quemaderos de hierba algunos son reconocidos centros culturales y artísticos.

Y si por alguna razón no puedes fumar, tienes alguna prohibición o problema con el humo y sientes curiosidad por la somnífera relajación que te propone la canabis, no te preocupes, puedes ingerir galletas, bebidas con el contenido de THC (tetrahidrocanabinol) que altera dulcemente la supuesta realidad de tu mente.

Además de marihuana puedes encontrar hachis, hongos, como tulipanes por doquier, y no pasa nada, sin violencia, sin destazados, sin balazos. Todo en santa paz.

Más allá del sexo y la droga, Holanda y en especial su capital, es un espacio de libertades para ciudadanos relajados que entre la naturaleza, el arte, la cultura, el deporte, la bicicleta, disfrutan el buen gusto que les proporciona la modernidad y el dinero.

Ámsterdam tiene más puentes y canales que Venecia. Mientras que la ciudad que enmarcó la trágica historia de Romeo y Julieta tiene 409 canales, la tierra de Van Gogh tiene mil 281 vías acuáticas que son recorridas por pequeñas y medianas embarcaciones cargadas de turistas que empinan sus codos para levantar una copa de vino, disfrutar un buen queso gouda o una helada cerveza, mientras resbalan la mirada sobre el lienzo del paisaje expresionista que es esta ciudad enclavada entre vegetación, mar y ríos.

 

Por la noche salgo a caminar por la cintura cósmica de la ciudad, sobre la calle Warmoestraat donde multitudes miran las vitrinas iluminadas por el neón rojo y en donde jóvenes suripantas te ofrecen el cielo a cambio de unos euros.

El comportamiento de la multitud enajenada de aquí por la cultura del sexo me recuerda al que provoca El Buky entre los acapulqueños de los sectores medianamente ilustrados y formados por las telenovelas.

Entre la masa que se mueve logré ver filas para ingresar a pequeños teatros que ofrecen shows de sexo en vivo, sex shops, burdeles y clubs de striptease.

Un purgatorio nocturno tolerado por todo tipo de autoridades donde se practican los siete pecados capitales (soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria) en donde también hay una promesa: el camino al Paraíso.

Se trata de la iglesia Oude Kerk, que al mismo tiempo es el edificio más antiguo de Ámsterdam, construido en el año 1306 y que se encuentra entre las llamas rojas de neón, marginalmente al centro, del mítico infierno holandés.