Misael Habana de los Santos

Por: Misael Habana de los Santos.

Hoy en la mañana, con toda la información que circula en las redes muy temprano, antes de revisar lo que dicen los medios de comunicación convencionales, en un chat estaban discutiendo unos “clasemedieros”.

En ese chat participo y se estaban quejando amargamente de la inseguridad. Entre los reclamos por la violencia, había comentarios de que ya aparece un decapitado por aquí, otro muerto con torniquetes por allá, otros destazados más allá, encajuelados, balaceras en la calle, que asesinan a un testigo en el Cereso de Acapulco. Todo esto lo quieren atribuir como responsabilidad única del gobierno.

Tienen razón, es responsabilidad del gobierno velar por la seguridad de todos los ciudadanos de Acapulco. Por eso le dimos el voto, para que velara por nuestra seguridad. No solamente es responsabilidad del Ayuntamiento de Acapulco, es del gobierno del Estado y es de la Federación, es de los tres órdenes de gobierno.

Veo una declaración de banqueta del senador Félix Salgado Macedonio que dice con una irresponsabilidad muy característica de él que la responsabilidad es del ayuntamiento porque tiene que prevenir el delito. Y en parte tiene razón, pero también es responsabilidad y obligación del gobierno estatal y del gobierno federal.

Él, como senador ya por seis años, debería haber propuesto algunas iniciativas para combatir este flagelo que preocupa a todos, y más como presidente de la comisión de Defensa Nacional. Seis años después debería ser un especialista en estos temas, sino un profesional.

Desde el Senado, debería impulsar iniciativas sobre esta cuestión y buscar alguna solución a algo que es preocupante en todos los círculos sociales de Acapulco y Guerrero.

Entonces vuelvo al chat. En el chat la gente culpa, sí, pero más con una intención política de descrédito al gobierno de la 4T, más que una actitud reflexiva de crítica al gobierno, sino solamente para descalificarlo, señalando de ineptitud al gobierno. Y así, pues, no tiene mucho peso la crítica porque viene de los xocholovers derrotados que, con el shock de la derrota, continúan en campaña hacia ningún lugar.

Les respondí que sí, era responsabilidad de los tres órdenes de gobierno: del gobierno local, del gobierno estatal y del gobierno federal.

Pero también es responsabilidad nuestra. Iniciemos por ver nuestro entorno y observar cómo está descompuesta socialmente la sociedad acapulqueña: el tejido social es un lastre.

Todo el mundo te quiere joder por todos lados, en el mercado, en el autobús, todos queremos hacer negocios chuecos, todos queremos pasar por encima del otro por nuestros derechos en la calle, rebasar, pasarse el alto, tener la razón, corromper al otro. Robarse el agua, no pagar luz eléctrica, que el taxista te robe, que te den kilos incompletos, que te roben en la gasolinera, que los maestros y padres de familia se roben los recursos federales para la escuela, cerrar calles y carreteras, ser aviador en el trabajo, etc.

Nos llevamos con los delincuentes, comemos con ellos, nos retratamos con ellos. Los queremos, son nuestro modelo a seguir en la vida, nos encantaría ser como ellos, nos gustaría andar en sus camionetotas, en sus cochezotes, traer montones de oro colgado en el cuello y en las manos.

Entonces, es un modelo de vida que estamos transmitiendo en la educación de nuestros hijos, la formación en la cultura de “lo chueco”a las próximas generaciones, en los falsos valores, en lo fatuo, ficticio , brilloso, el que nuestras hijas sean parejas sentimentales de chicos malos y toda la subcultura delincuencial que se quiere normalizar como sinónimo de vida moderna. ¿Cuánta gente en Acapulco no sabe a qué se dedican aquellos que andan en actividades extrañas ? La gente se pregunta ¿en qué trabaja el muchacho? Lo sabe todo Acapulco, pero pues no, es culpa del gobierno.

Esto habla de lo que vemos todos los días: las cabezas que aparecen, los muertos por aquí, por allá, por acullá. Todo o en parte es también responsabilidad nuestra, muestra de la falta de valores que nos ha llevado a la descomposición social, del tejido social, esta sociedad formada en la cultura del turismo que nos fue impuesta desde el origen del puerto como destino turístico por los señores del narco.

Todo se nos resbala, todo nos entra por una oreja y sale por otra. Viene Otis, viene una gran tragedia, una jalada de orejas de la naturaleza y la gente al otro día se va a robar, a saquear comercios y lo que encuentre. Conozco gente que sin necesidad de nada salió a robar por tener más, por vicio.

Esto habla de la descomposición social que tenemos, los cuerpos policiacos corrompidos. ¿Cómo no van a estar corrompidos si son acapulqueños, son mexicanos, son parte del problema y viven aquí en la sociedad corrompida?

No sé cuándo se va a romper este círculo vicioso. Lo veo con la educación, por ejemplo. Estaba viendo ayer las imágenes, los videos que transmiten lo que es la familia de la presidenta Claudia Sheinbaum: sus hijas estudiando en escuelas públicas, estudiando ballet, estudiando arte, estudiando música, ciencia, leyendo, haciendo deporte.

¿Cuántos de nosotros en Acapulco mandamos a nuestros hijos a estudiar danza, a estudiar ballet, a enseñarles a que lean, que sean cultos, que la conversación diaria en familia sea sobre libros y literatura, el buen cine, la buena música? No, que va , que viva la música de banda y que viva el narcocorrido , el ruido de LDS , el humor de spiterman y que viva todo eso. Vamos a los jaripeos, cabalgatas y hasta hacemos grandes manifestaciones en la calle para acercarnos a estas expresiones. No estoy diciendo que el jaripeo sea deplorable, solo que por motivos explicables tiene vínculos con la subcultura de la delincuencia. Quisiéramos que nuestros hijos fueran cantantes, actores y actrices que terminen frustrados solo como mocatrices(modelos, cantantes y actrices que ni modelan, ni cantan y ni actúan pero terminan en la farándula) ¿Cuántos de nuestros políticos nos han mostrado a sus hijos exitosos como científicos? No, los hacen diputados, presidentes municipales igual que a sus amantes, o notarios.

Habrá que revisar, sentarnos a analizar qué está pasando y ver cómo participamos. ¿Cuántos de nosotros estamos participando en la reforestación? ¿O cuántos están organizando ya para participar en la reforestación que nos está pidiendo Acapulco? Acapulco está deforestado, está dañado, y es el peor daño que ha recibido con Otis, más que la infraestructura hotelera, el daño a los bosques y al medio ambiente.

Y no reaccionamos, no reaccionamos porque no reaccionamos. Andamos metidos en la misma frivolidad, en nuestros sueños y aspiraciones de una vida vacía llena de bienes, donde los libros son un lujo inalcanzable que no se puede dar la clase media aspiracionista que gusta vivir en la apariencia y la estupidez.